A pesar de que la mayor parte de las ventas de coches eléctricos se concentran en las ciudades, hay un espacio donde su implantación será incluso más necesaria. No por los muchos motivos que se suelen indicar, como menor coste operativo, o ausencia de emisiones. La razón es la paulatina desaparición de las gasolineras en las zonas rurales que hará inviable a corto o medio plazo tener un coche diésel o gasolina.
Y es que muchos se echaban las manos a la cabeza cuando desde el gobierno se indicó que en 2035 se prohibirán las ventas de nuevos coches con motor de combustión. Una medida muy extendida entre la mayor parte de los estados de Europa, que en algunos casos cuentan con calendarios incluso más exigentes.
Pero para muchos, 2035 está muy lejos y la realidad es que la necesidad de cambiar a un coche eléctrico será una cuestión imperativa ya en pocos años, todo debido a que el cierre de las estaciones de servicio en el rural está provocando que cada vez sea más difícil acceder a los combustibles.
Por ejemplo, en Galicia se está constatando una tendencia de cierre a un sector duramente golpeado por la pandemia, donde se les obligó a estar abiertos incluso sin apenas tráfico en las carreteras por ser servicios esenciales. Luego llegó la guerra y los precios disparados de los combustibles que redujeron la demanda. Y la gota que ha colmado el vaso para muchas estaciones, el descuento de 20 céntimos, que debe ser adelantado por las estaciones para luego esperar uno o dos meses a recibir la ingreso de la administración.
Esto da como resultado un sector que ve a día de hoy como se mueve entre unos márgenes de beneficio muy pequeños, y cada día se reducen más. Algo que para muchos gasolineros del rural, provoca que la actividad ya no resulta rentable. De hecho, el presidente de la Fegaes, Julio López, en declaraciones a El Correo Gallego, ha indicado que ya hay estaciones de servicio pequeñas en que han empezado a echar el cierre.
Una tendencia que según un informe de la consultora Boston Consulting Group, supondrá que para el año 2035 el 80% de las gasolineras en el mundo tendrán que cerrar por falta de ingresos. Un cierre que no será igual en intensidad en tiempo entre todos los mercados, pero que supone un destino imposible de afrontar para el sector.
Opinión
Esta situación nos recuerda a la que están viviendo otras regiones, donde el cierre de gasolineras está teniendo un doble efecto negativo para los usuarios. Por un lado se reduce la oferta, lo que hace que tengan que recorrer mayores distancias para repostar su vehículo. Una molestia.
Pero hay otra consecuencia y es que cuanta menos competencia y posibilidades, mayor espacio para el empresario de aumentar márgenes. Una distopía que podemos ver en lugares como California, donde los residentes locales de lugares como Mendocino, a tres horas en coche de San Francisco, han visto convertirse en una realidad.
Mientras que de media el galón en del mercado norteamericano está en los 3.79 dólares, o 85 céntimos de euro el litro, en la gasolinera de este pueblo el precio es de 6 dólares el galón, o 1.33 euros el litro al cambio. Un 58% más que en las gasolineras más cercanas que están a varias horas de distancia.
Una situación que seguramente veremos también en nuestro país, donde como el salto al coche eléctrico será una cuestión básica en un rural que pierde poco a poco su red de gasolineras.
