
El mundo duda y el motor de combustión sigue ganando tiempo mientras el clima pierde
La consultora de gestión Berylls By AlixPartners pone énfasis en el estancamiento de los planes de eliminación del motor de combustión en muchos países, lo que pone en riesgo los objetivos marcados en la lucha contra el cambio climático.

La consultora de gestión Berylls By AlixPartners pone énfasis en el estancamiento de los planes de eliminación del motor de combustión en muchos países, lo que pone en riesgo los objetivos marcados en la lucha contra el cambio climático.
La Unión Europea abandera la lucha contra el motor de combustión como bandera para impulsar el cambio climático. Su principal arma es la prohibición a los fabricantes de automóviles de vender vehículos nuevos que lo incorporen a partir de 2035, lo que en la práctica deja una única vía posible: el coche eléctrico.
Pero este era el paso final, tras una progresiva reducción de las emisiones a través de cada vez más estrictos requisitos normativos. Sin embargo, estos pasos intermedios han ido fracasando, parcial o totalmente, y las marcas que revisan o cancelan sus planes de electrificación son cada vez más numerosas.
Una tendencia que se ha extendido a todo el mundo, y los ambiciosos planes de descarbonización en el ámbito del transporte comienzan a tambalearse también en mercados estratégicos como el estadounidense o el chino.

40 millones de vehículos
La consultora Berylls By AlixPartners ha destacado el panorama de incertidumbre que vive el mundo en este momento, apuntando que una extrapolación de los planes futuros con respecto a la prohibición de venta o matriculación de vehículos térmicos a los tiempos actuales daría como resultado un dato impactante.
«Con las cifras de matriculación del año pasado, unos 40 millones de unidades o el 58 % del volumen de ventas mundial se verían afectadas en 2035», ha indicado Alexander Timmer, miembro de dicha consultora. Además, China apenas formaría parte de dicho porcentaje con un volumen de 15,7 millones de unidades.
Lamentablemente, las cifras de emisiones de dióxido de carbono (CO₂) generadas por los turismos disminuyen a un ritmo muy inferior al previsto.
Entre las causas, destacan la paralización de la transformación de vehículos gasolina y diésel a eléctricos en muchas regiones relevantes. También el hecho de que mercados importantes como el estadounidense han cambiado su rumbo, alejándose de la eliminación gradual de la combustión a consecuencia de las políticas de Donald Trump.
Las cifras hablan de una alteración de 16 millones de toneladas adicionales de CO₂ solamente por esta razón, cantidad que equivale a 12.500 vuelos en un Airbus A380 entre Múnich y Los Ángeles.
China mira para otro lado
En lo que respecta a China, es innegable que se ha convertido en el principal mercado mundial para el coche eléctrico, ya que los precios acompañan y la tecnología de sus marcas se ha convertido en puntera. De hecho, los vehículos electrificados, parcial o totalmente, ya constituyen un tercio del total de las nuevas matriculaciones.
Sin embargo, es un hecho que el país sigue sin comprometerse a prohibir de manera definitiva la matriculación de vehículos térmicos, y las previsiones indican que esto no sucederá hasta 2060, momento en el que China pretende alcanzar la neutralidad de carbono.
Hendrik Honert de Berylls by AlixPartners, expone que, «a nivel provincial y municipal, ya existen restricciones para los ICE [motores de combustión] que entran en vigencia antes [de 2060]. Sin embargo, la coexistencia entre los coches eléctricos y los motores de combustión continuará en China durante muchos años».
Queda claro, por tanto, que Europa sigue siendo la región más decidida a electrificarse. Y, por esa razón, que la transición no vaya a la velocidad esperada preocupa a quienes la promueven.
«Al final, las prohibiciones de conducir de muchos estados pequeños, incluida Alemania, son buenas y correctas, pero no decisivas para el desarrollo global», puntualiza Timmer. «A pesar de que cada vez más naciones se esfuerzan por tales prohibiciones de aprobación, China está decidiendo cómo será el tren motriz del futuro y con él las emisiones globales de CO₂», concluye.