Y mientras tanto en China…Shenzhen completa la transformación de toda su flota de autobuses con modelos eléctricos
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Publicado: 02/01/2018 13:07
La semana pasada conocíamos la noticia de que el Ayuntamiento de Madrid presentaba la primera línea de autobuses eléctricos dotados además de recarga por inducción. Un proyecto que ha sido portada en muchos medios y que ha supuesto la puesta en marcha de 5 autobuses eléctricos.
Mientras que en nuestro país la apuesta es tímida, en otros lugares han metido la directa. Y de que forma. Es el caso de la ciudad de Shenzhen. Un centro industrial con más de 12 millones de habitantes que desde el 1 de enero de este año cuenta con una flota municipal de autobuses 100% eléctrica.
En total se han ido retirando en los últimos años los modelos diésel y el resto de motorizaciones alternativas, como híbridos o a gas, y de esa forma se ha llegado a transformar en eléctricos los nada menos que 16.359 autobuses que forman la flota de esta ciudad.
Una cifra realmente espectacular que podemos comparar con las flotas completas de otras grandes ciudades, como los 5.773 autobuses de Nueva York, incluyendo todas las tecnologías, diésel, gasolina, gas, híbridos o eléctricos. Por su parte la flota de Madrid está compuesta por unos 2.000 autobuses, también incluyendo todos los sistemas de propulsión.
Siguiente objetivo, los taxis
El siguiente reto de Shenzhen es transformar por completo su flota de taxis. Un objetivo también difícil ya que hablamos de un total de 17.000 vehículos. De estos una buena parte ya han estado siendo sustituidos por coches eléctricos según se ha ido terminando su vida útil.
Se estima que quedan unos 5.000 modelos a gasolina, que desde las autoridades de la ciudad esperan haber eliminado antes de 2020, que es la fecha marcada para contar con una flota de autobuses y taxis 100% eléctrica.
Por supuesto este tipo de proyectos no se puede afrontar exclusivamente con la compra de vehículos. Desde el gobierno local se ha trabajado de forma intensa en la expansión de una amplia red de recarga. En estos momentos hay 300 estaciones de recarga para autobuses, que recargan una batería en apenas 2 horas, mientras que la red pública para coches llega a los 8.000 puntos.
Todo esto suena muy bien, pero no sería posible sin dinero. Mucho dinero. Sólo el pasado año desde el ayuntamiento se han destinada nada menos que 500 millones de dólares para la ayuda a la compra de vehículos y a la instalación de puntos de recarga públicos. Y eso que hablamos sólo de una ciudad. Una muy grande, pero al fin y al cabo una única localidad.
La idea es evidente. Por un lado se logran reducir de forma importante las cifras de contaminación en la ciudad. Se estima que sólo los autobuses reducirán en torno a las 1.35 millones de toneladas de CO2 las emisiones, además del resto de partículas que sale del tubo de escape de un motor diésel. También será una apuesta económica ya que esta flota dejará de consumir 345.000 toneladas de gasóleo cada año, lo que además supone un ahorro económico enorme, tanto por ser más económico moverse con electricidad, como por el menor coste operativo a nivel de mantenimientos de un modelo eléctrico.
Y eso sólo los autobuses. Los taxis por su parte una vez transformados en eléctricos ahorrarán el consumo de 116.00 toneladas de carburantes cada año. Cifras totalmente espectaculares.
Por último con estas medidas además de ahorro en emisiones y económico, también se apoya a la industria local, que es la encargada de suministrar los vehículos a las respectivas flotas. Destaca BYD, que ha sido la gran beneficiada de la apuesta de su propia ciudad.
La conclusión es que los proyectos de nuestras ciudades pecan de poco ambiciosos. Queda por ver como es finalmente el proyecto de Madrid, que ha presentado una iniciativa para renovar 1.000 autobuses en los próximos 4 años, para lo que se destinarán 328 millones de euros. Esto son unos 84 millones cada año. Una inversión que no ha sido desglosada por tecnologías, pero donde se indica habrá espacio para los vehículos que funcionan con combustibles poco o nada contaminantes (Gas y electricidad) y que podemos comparar con los 414 millones de euros que cada año se gasta Shenzhen.
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Vía | EVO