Estos días estamos viendo como el coche eléctrico está en boca de todos en España. El anuncio del borrador que sobre la nueva ley de cambio climático presentado por el gobierno, y que plantea la prohibición de compra de coches eléctricos en 2040, ha motivado que de un día para otro todas las portadas de los medios tradicionales se fijasen en el coche eléctrico. Algo que sin duda es una buena noticia ya que ha puesto sobre la mesa algunos interesantes debates, como el de dónde vamos a cargar estos coches.
Para hacernos una idea podemos repasar el informe que recientemente ha publicado la Asociación de Fabricantes de Coches Europeos (ACEA) que indicaba que en a mediados de este año había en Europa unos 125.000 puntos de recarga públicos. Una cifra que consideran totalmente insuficiente, y que comparan con el objetivo de la Unión Europea de contar con 2 millones de unidades para 2025.
Además este reparto está totalmente descompensado, con un 76% de ellos repartidos por apenas cuatro estados, Alemania, Holanda, Francia y Reino Unido.
En la lista de países publicada por la ACEA, España queda en quinta posición con menos de 5.000 puntos de recarga. Esto nos deja apenas el 4% del total europeo.
- Holanda: 32.875 puntos (28,40%).
- Alemania: 25.241 puntos (21,60%).
- Francia: 16.311 puntos (13,96%).
- Reino Unido: 14.256 (12,2%).
- España: 4.964 (4,26%).
- Suecia: 4.773 (4,05%).
- Austria: 3.706 (3,17%).
- Italia: 2.731 (2,35%).
- Bélgica: 1.765 (1,51%).
- Portugal: 1545 (1,32%).
Esto supone un reflejo de lo mucho que queda por andar en España para contar con una mínima red pública. Y es que incluso en las grandes referencias, como Holanda o Alemania o Francia, no es del todo sencillo moverse con un coche eléctrico debido a que muchas veces las estaciones o están ocupadas, o están fuera de servicio. Algo que nos indica que debe existir una redundancia significativa para que el cliente menos entusiasta de el paso a un eléctrico. Por supuesto estas redes deben contar con un sistema de uso sencillo, y unos precios asequibles.
Pero al menos las expectativas son buenas. En estos momentos hay en marcha en diferentes fases de despliegue diferentes iniciativas que permitirán disparar el número de puntos de recarga en Europa. Una de las más importantes será IONITY, respaldada por BMW, Daimler, Ford y Volkswagen. Pero su implantación está primando los principales mercados, como el centro y norte de Europa, dejando a España para la última fase.
También conocemos otras iniciativas como Ultra-E, impulsada por Allego, Audi, BMW, Magna, Renault, Hubject y otras empresas del sector. Esta red, nacida en octubre de 2016, conecta Holanda, Bélgica, Alemania y Austria. A estas sumar MEGA-E, que desplegó más de 300 estaciones de carga ultrarrápida (hasta 350 kW) y 27 centros de carga inteligentes en 20 países europeos.
No nos olvidamos de la holandesa Fastned,que está creando una amplia red en Holanda, y que ya está extendiendo sus actividades fuera de los países bajos.
Pero como vemos, todas ellas tienen algo en común. Que no tienen a España como objetivo principal, algo que deja en manos de las iniciativas españolas el trabajo. Algo que también está provocando un despliegue irregular, con zonas con una cobertura bastante amplia, y otras que son verdaderos desiertos.
Cataluña es la comunidad con mayor número de puntos, casi 1.000. Madrid se sitúa en segundo lugar con 540 puntos, bastante por encima de los 300 de la Comunidad Valenciana. Baleares también es una de las grandes referencias gracias al fuerte impulso que ha recibido desde el gobierno autonómico.
El principal problema del despliegue en España, además de ser extremadamente limitado, es que apenas cuenta con estaciones de carga rápida que permitan completar viajes moderadamente largos. De los 4.974 puntos en funcionamiento, apenas 200 son de carga rápida. Y de esos, 150 ya corresponden a la red de Supercargadores de Tesla.
Las perspectivas son realmente interesantes, si logramos que pasen del papel a la calle. Las empresas eléctricas, principales protagonistas de esta industria, parece que han despertado y han puesto en marcha sus programas. Nombres como Iberdrola, que en 2019 quiere tener en marcha 200 estaciones de carga en España, o Endesa, que hoy presenta su proyecto para el despliegue de cientos de puntos en España. También están otras energéticas, como la petrolera Cepsa, o Repsol, que han visto un filón y aceleran sus inversiones.
La conclusión es que si queremos que el coche eléctrico sea algo más que un llamativo y mediático anuncio, y transforme la realidad de un país como el nuestro enormemente dependiente a nivel energético, y al mismo tiempo con un enorme potencial de producción renovable, entre los trabajos que hay que priorizar está el de incentivar una amplia red de recarga pública. Algo que el borrador del gobierno podría ayudar a lograr gracias a medidas como la obligación a las gasolineras a poner puntos de recarga.
Pero como decimos, hablamos de un texto que no es más que un borrador, y debe convertirse en un proyecto de ley para que tenga un efecto más allá de los titulares de los medios de comunicación, y las conversaciones en los bares.
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