Ya lo decía hace unas semanas Wayne Griffiths, presidente del SEAT, que indicaba que para que España reciba inversiones para la producción de coches eléctrico o baterías, necesita crear una masa crítica mínima de clientes. Ahora es otro peso pesado de la industria, Carlos Tavares, presidente del gigante Stellantis, el que pone sobre la mesa la mala gestión de las administraciones públicas de cara a convertir a España en una referencia, y el riesgo de la pérdida de las grandes inversiones de futuro que se están realizando.
Para Tavares, España ha logrado en las últimas tres décadas convertirse con mucho esfuerzo y un gran trabajo de empresas y trabajadores, ser una potencia en producción de vehículos y componentes. Un logro industrial que ahora corre riesgo de echarse a perder según el directivo por culpa de la falta de visión de futuro.
Según Tavares
«La pregunta a la que se enfrenta España es: ¿quiere perder lo que ha conseguido en los últimos 20 o 30 años? ¿O quiere que sea fructífero? Esto obviamente depende mucho de la velocidad y la dinámica que el gobierno español quiera estimular. Si no se mueve rápido, ese trabajo corre el riesgo de perderse porque las cosas van muy, muy, muy rápido», alerta el dirigente del entramado empresarial resultante de la fusión entre FCA y PSA.
En la UE, de media, los coches eléctricos, eléctricos puros más híbridos enchufables, han supuesto en 2021 el 10% del mercado. En España el pasado año nos quedamos lejos, el 7,8% según los datos de ANFAC (sumando BEV y PHEV). Muy lejos del 14% que ha logrado Alemania el pasado año, solo contando eléctricos puros (BEV) a los que podemos sumar el 29% de híbridos e híbridos enchufables.
El principal riesgo ahora para España es no lograr atraer nuevas líneas de producción de coches eléctricos, lo que supone una pérdida de futuros puestos de trabajo, pero también a corto plazo por las nuevas instalaciones de producción de componentes clave como las baterías.
Según el Sr Tavares, ahora mismo hay planificadas plantas en Francia, Alemania, faltando todavía una fábrica más que tendrá que instalarse en Italia o en España. Y de momento parece que España va por detrás de los italianos si atendemos a las declaraciones del presidente del grupo.
España no es uno de los estados europeos que se han movido rápido. También vemos que en España la proporción de ventas de vehículos eléctricos es menor que en otros lugares. Puede haber más aprensión pública. El plan de recuperación europeo está ayudando a España y Stellantis está bastante abierto a discutirlo con el gobierno español. Pero por el momento, no hemos sido solicitados por el gobierno», desvela.
Esto sin duda es un dardo al gobierno que en la industria se suele traducir sencillamente en más dinero público y facilidades para levantar la instalación. Algo que las marcas llevan décadas haciendo para lograr atraer o mantener la producción de coches dentro de nuestras fronteras.
También ha dejado otra puya criticando que la electrificación haya sido la solución elegida para la reducción de emisiones. Una decisión política que indica, no ha sido la más económica, y donde ahora indica el directivo, los políticos tienen la responsabilidad de cubrir ese hueco económico existente.
«Existe el riesgo de que la clase media quede excluida si no reducimos nuestros costes. Pero también son las nuevas tecnologías las que hacen subir los precios, especialmente las tecnologías eléctricas, que son un 50% más caras que las tecnologías térmicas», explica Tavares.
Opinión
Sin duda el Sr Tavares tiene razón al indicar que la responsabilidad del arranque de las ventas recae en el sector público. Y es que podemos ver que Europa avanza de forma imparable en sus ventas, tanto en grandes mercados con rentas elevadas como Alemania, Francia o Italia, como también en otros a priori menos propensos a lograrlo, como Irlanda o Portugal.
Mercados donde la administración no sólo no ha sido un obstáculo como en España, sino que en muchos casos se ha puesto del lado del consumidor para facilitar su compra, o la expansión de las redes de recarga. Algo que en España o no ha sucedido, o ha sucedido muy tarde y todavía no se notan sus efectos.
¿Por qué no en España? Las razones pueden ser varias, pero sin duda el nefasto programa de ayudas puesto en marcha por las diferentes administraciones ha sido un esperpento sin final. Programas como el Plan Movalt lanzado en 2018, que terminaban su presupuesto en apenas 24 horas, hasta llegar a un panorama actual igualmente frustrante que obliga al cliente a adelantar el total del dinero de la ayuda, y sentarse pacientemente a que la administración se acuerde de ingresarle el dinero en su cuenta.
Si es que llega a suceder. Luego al año siguiente, a veces incluso coincidiendo con la llegada de la ayuda, hacer cuentas con hacienda para devolver una parte de la ayuda, en ocasiones incluso antes de cobrar la misma. Un desastre absoluto.
También ha ayudado la percepción del mantra de que las ayudas «eran para coches de ricos» que frenó bastante el apoyo popular a estos incentivos, y que ahora recogen sus frutos con el desvío de las inversiones al centro, este e incluso norte de Europa, un lugar poco acostumbrado a recibir inversiones del sector automovilístico.
Fuente | Motor.es