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Transition-One ofrecerá conversiones de utilitarios populares a eléctricos por hasta 5.500 euros

Dado que todavía faltan unos cuantos años para tener coches eléctricos urbanos asequibles -entendiendo como «urbano» ser pequeño, no disfrazado de SUV- de primera mano, hay una alternativa creciente a la compra de un eléctrico usado. Se trata de convertir a eléctrico un utilitario con motor térmico para alargar la vida útil de un vehículo existente. Francia abrió una ventana de oportunidad al relajar las pegas burocráticas a la conversión de modelos con más de cinco años.

Una de las empresas que se han apuntado al carro de las conversiones en el país galo es Transition-One, que está realizando conversiones de varios modelos muy populares en Francia, coches que acaban teniendo unos valores residuales muy bajos y que ante una avería gorda suelen irse a un desguace. En un día pueden salir de un taller con un motor eléctrico y baterías suficientes para los recorridos diarios.

Y en este último aspecto está el quid de la cuestión. Se presupone que no van a ser coches para viajar, sino para los trayectos habituales y a distancias predecibles, por lo que no hacen falta grandes capacidades. Una de las ventajas de este rightsizing es que se mantiene la capacidad original del vehículo de ocupantes y maletero, pero hay otra fundamental: se reduce mucho el coste de la conversión al no acarrear capacidad sobrante de baterías.

Por mucho que crezcan las ventas de vehículos a baterías y sin emisiones, la sustitución del parque móvil térmico será muy lenta. Retirando de la circulación un térmico y sustituirlo por un eléctrico es más eficiente si no hay que fabricar un vehículo entero, y especialmente si los componentes eléctricos son parcial o totalmente usados ya. Esta empresa pretende evitar -por sí solita- la emisión de 10 millones de toneladas de CO2 a nivel mundial en 2035.

La conversión se basa en una solución «universal», con un motor eléctrico de 53 kW/72 CV y 78 Nm de par máximo y baterías de 15 a 30 kWh. El sistema de recarga es de baja potencia, hasta 6 kW, pero suficiente para llenar baterías a tope en 5 horas. Las prestaciones del motor son suficientes para circular a 110 km/h (no más). Del vehículo se desecha el motor, depósito de gasolina, canalizaciones y escape, la caja de cambios se conserva.

Lo de Francia es solo el comienzo, pues la empresa aspira a expandirse mundialmente según vayan facilitándose las cosas a nivel administrativo y se pueda contar con proveedores locales. Dicen estar en conversaciones con un millar de empresas para dicha expansión en forma de franquicia. A corto plazo, Transition-One pretende ofrecer los retrofit sin necesidad de subvenciones entre 7.000 y 8.000 euros, y en cinco años que no superen los 5.500 euros para determinados modelos.

Para lograr esos precios se tiene que optimizar el proceso de la conversión para que dure solo unas horas, y se tiene que contar ya con experiencia con modelos concretos para agilizarlo todo a nivel mecánico y administrativo. Robotizando el proceso los días se convierten en horas en modelos conocidos.

El planteamiento de esta empresa tiene mucho sentido. Por un coste similar al de traer un utilitario asiático ultrabásico al Viejo Continente, se reduce la necesidad de fabricar más coches, hay oportunidades a nivel de empleo y economía circular, y se ajustan mucho más los vehículos a las necesidades reales de desplazamientos habituales. No es muy sostenible que todo el parque se reemplace con coches a baterías que puedan hacer 500 km puntualmente, si habitualmente con 100 o 200 km pueden sobrar. Tampoco es una solución rápida para descarbonizar.

En cuanto a la preservación del parque automovilístico, hay dos formas de verlo. Por un lado, se van a mantener los modelos populares más tiempo en circulación, que son coches que no tienen un valor histórico significativo ni a corto ni a medio plazo. Un Renault Twingo Gordini RS tiene un mínimo de sentido como coche de colección, pero un Twingo 1.2 básico no. Además, así un coche con avería de motor vale algo más que su peso como chatarra.

Fabricantes como MINI están explorando iniciativas similares para aumentar la vida útil de sus clásicos

Por otro lado, ya mirando en el largo plazo, van a llegar menos coches en estado original a su condición de histórico -30 años-, pero también hay que tener en cuenta que el parque de vehículos históricos con reconocimiento legal de dicha condición no es precisamente muy numeroso. Los modelos dignos de preservación seguramente lleguen al futuro tal y como se fabricaron más las arrugas y achaques del tiempo.

Por último, hay una derivada importante, y es que los coches convertidos van a mantener los mismos sistemas de seguridad, así que, incluso perfectamente mantenidos, tendrán la seguridad de un modelo antiguo. Eso significa que no hay nada de asistencias avanzadas a la conducción, ni frenado automático, etc. A los efectos de la Seguridad Vial no es una cuestión menor.

Vía | Clean Technica

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