Ayer se comunicaron los resultados trimestrales de Tesla, de julio a septiembre, y han sido los mejores que ha publicado la compañía de Elon Musk, o los segundos mejores según métrica. A pesar de todo, la recepción de los datos en bolsa ha sido tibia, y no perdamos de vista que, desde que comenzase el año, Tesla ha perdido casi la mitad de su capitalización de mercado; la gran mayoría de fabricantes ha caído más.
Prácticamente todo lo que contó Elon Musk son buenas noticias. Esperan que sus entregas de vehícuos crezcan un 50% anualmente, lo que este año no se va a poder lograr, tendrían que entregar medio millón de unidades solo de octubre a diciembre. Aunque las fábricas echan humo, hay cuellos de botella en la logística, tanto de insumos como para repartir los coches terminados. En otras palabras, Tesla puede fabricar más coches de los que puede entregar, y la demanda es sólida.
La posición financiera de Tesla -en récords- es envidiable, con tanto dinero en caja que pueden financiar su futura gama de modelos, los planes de expansión de capacidad a largo plazo y otros gastos, sin endeudarse más. Esperan más ingresos en el futuro por parte del software (como FSD) en relación a las ventas de coches. Los Cybertruck se producirán en el segundo semestre de 2023 -Giga Texas se prepara- y por fin se harán las primeras entregas de tractocamiones Semi.
Mayoría de cifras récord
La facturación de Tesla en el tercer trimestre ascendió a 21.414 millones de dólares (21.882 millones de euros al cambio), con un peso predominante del negocio de vehículos. Hablamos de 17.785 millones por ventas (+56,8%), 621 millones por contratos de leasing (+61%), y 286 millones por créditos regulatorios que cobra de otros fabricantes (+3%). Además, hay 1.117 millones por la venta y almacenamiento de energía (+39%) y otros 1.645 millones por servicios (+84%).
Tanto la facturación como el beneficio neto fueron superiores en el primer trimestre del año
Detrayendo 16.100 millones en gastos, se queda un beneficio bruto de 5.382 millones de dólares, una mejora interanual del 47% y un margen del 25%. El resultado operativo (EBITDA) ajustado fue de 4.968 millones de dólares (5.078 millones de euros), un 55% más. Por último, el beneficio neto ascendió a 3.292 millones de dólares, el doble que en el T3 de 2020, 1,05 dólares por acción.
¿Y qué problema hay con estas cifras? A priori, ninguno, pero Wall Street exige cada vez más. Esperaban casi 500 millones de dólares más en facturación, aunque los analistas se quedaron cortos en beneficios por acción en 5 centavos. No ayuda a rebajar la exigencia que Elon Musk dijese que, potencialmente, Tesla podría valer más que Apple y Saudi Aramco JUNTAS.
La producción está en máximos (+54% interanual), todas las fábricas marcaron récords trimestrales de vehículos fabricados. Además, la instalación de megabaterías estacionarias también marcó récord, 2,1 GWh, un 62% más interanualmente. La instalación de paneles solares no tocó techo, pero fueron 94 MW trimestrales. La recaudación por recargas de pago sí llegó a máximos de la compañía, el triple que en el T3 de 2021.
Respecto al segundo trimestre, las cifras de capacidad no han cambiado: 650.000 coches al año para Fremont, más de 750.000 en Shangái, más de 250.000 en Berlín y más de 250.000 en Texas. Se mencionó un futuro modelo, que costará fabricarlo la mitad que el Model 3/Y, y será más pequeño. Nada se dijo sobre el Tesla Roadster de segunda generación.
¿Bajadas de precios? No en el horizonte, debido a los cuellos de botella, y no parece preocupante que algunas versiones en el mercado chino tengan aparentemente lista de espera nula –del pedido a la entrega pueden pasar siete días-. Tesla seguirá ganando todo el dinero que pueda por cada coche, aunque eso implique elevar los precios por encima de lo que sube la inflación de los materiales y materias primas.
Elon Musk anticipa un final de año «épico». Ahí, Elon, afila los dientes de los tiburones de Wall Street para que luego todo esfuerzo parezca insuficiente…