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Noruega está a punto de entrar en otra fase: los coches eléctricos superarán a los gasolina en las carreteras

Desde hace años estamos viendo como las ventas de coches eléctricos en Noruega se han convertido en mayoría, llegando al 82.4% del pasado 2023. Pero una cosa es el porcentaje de ventas, y otra el de la flota en las carreteras. Un punto que Noruega está muy cerca de superar y se estima que este año habrá más coches eléctricos que gasolinas también en la flota general.

Por ejemplo, podemos echar un vistazo a los datos del principal mercado automovilístico de Europa, Alemania, donde se estima que hay un total de 49 millones de coches matriculados, de los cuales 1 millón son coches eléctricos. Algo que supone una cuota de apenas el 2.04%.

Pero Noruega va a otro ritmo, y según los últimos datos, actualmente circulan por sus carreteras un total de 700.358 coches eléctricos. Por su parte, los modelos gasolina llegan a las 776.003 unidades, lo que según los analistas, supondrá que este mismo año los eléctricos, que han iniciado el año con una cuota del 90%, ya superarán en número a los gasolina.

De momento la tecnología con mayor implantación en este mercado sigue siendo la de los coches con motor diésel, con 1.06 millones de coches circulando, mientras que híbridos e híbridos enchufables son los últimos, con 339.724 unidades matriculadas.

¿Cuándo habrá más coches eléctricos que diésel en Noruega? Según el análisis del Instituto de Investigaciones climática CICERO, en 2029 la flota de coches eléctricos superará a la de los diésel y gasolina combinados.

Por lo tanto, en menos de cinco años la mayor parte de los coches que circulen por las carreteras noruegas serán eléctricos, no solo los que se venden, lo que dejará obsoleta la norma de algunos estados de prohibir las ventas de coches de combustión en 2035.

Un ejemplo paradigmático que evidentemente no se puede extrapolar a otros mercados por las características de Noruega, pero que nos muestra de una forma simbólica que es posible hacer la transición, pero para ello hacen falta herramientas como una buena red de carga pública, y también incentivos en las primeras fases de la expansión de la tecnología que permita allanar su implantación comercial.

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