Los trabajadores de Volkswagen preparan huelgas para evitar el cierre de fábricas en Alemania
Los sindicatos preparan un invierno muy caliente en las fábricas de Volkswagen en Alemania, donde se pondrán en marcha huelgas para pedir mejoras en las condiciones y una seguridad laboral que evite cierre de plantas y despidos masivos.
No son tiempos fáciles para Volkswagen. El fabricante alemán ha pasado por muchas situaciones en su larga existencia, pero ahora el horizonte parece más oscuro que nunca. Algo que se muestra en sus cada vez más bajas ventas, su pérdida de beneficio, pero también en el ambiente hostil que se vive entre su plantilla, que incluso ya está preparando huelgas que paralizarán sus instalaciones de Alemania.
Así lo ha comentado a la prensa el portavoz del poderoso sindicato IG Metall, que ha dicho que: «Recomendamos a la comisión de negociación colectiva que convoque huelgas de advertencia«. Unas declaraciones que se han producido después del fin sin éxito de las negociaciones sobre los nuevos convenios colectivos.
Se preparan huelgas en Volkswagen: el fabricante insiste en el cierre de fábricas
La preparación de huelgas preventivas ha sido catalogado por los sindicatos como «necesaria en el proceso de negociación en curso«. Todo en un escenario donde los despidos masivos y los cierres de plantas todavía no están descartados. Sin embargo, según el sindicato, durante las conversaciones del jueves se acordó continuar la negociación colectiva en diciembre. Se fijó una nueva fecha para el 9 de diciembre, tras lo cual se abrirá un periodo clave para el grupo germano.
Para tratar de acercar posturas, desde los sindicatos se han presentado un plan de futuro para Volkswagen. Acordaron suspender los aumentos salariales, firmados con un acuerdo piloto como parte del convenio colectivo de IG Metall. Los empleados no recibirían aumento salarial durante dos años, y a cambio, los directivos y el consejo de administración también deberían aceptar recortes y comprometerse a no cerrar plantas ni a despedir a empleados por motivos operativos.
En este contexto, desde el sindicato mayoritario se habló de una “ocupación solidaria de las plantas”, es decir, que todas las plantas sigan existiendo, pero si es necesario también en una escala significativamente reducida.
Desde IG Metall, también se ha avisado a Volkswagen de que si no hay acuerdo en diciembre, «entonces la junta directiva de Volkswagen asumirá la responsabilidad por el hecho de que estamos entrando en un conflicto laboral por ubicaciones que esta república no ha visto en décadas«.
Las huelgas de diciembre serían las primeras a gran escala en la empresa alemana desde 2018 , cuando más de 50.000 trabajadores salieron a las calles para reclamar mejoras en sus salarios.
Las huelgas se denominarían inicialmente «huelgas de advertencia» y durarían varias horas. Los miembros del sindicato podrían votar después para intensificarlas y convertirlas en huelgas de 24 horas o mantenerlas de forma indefinida.
Venta de fábricas a grupos extranjeros
Otro aspecto llamativo y que ejemplifica el cambio que está sufriendo la industria alemana, es que por primera vez, el sindicato abre las puertas a que grupos extranjeros inviertan y se hagan en propiedad con las fábricas que Volkswagen quiera cerrar.
Una forma desesperada de evitar pérdidas de empleos y cierres de fábricas, diciendo: «Para nosotros, se trata de lograr una perspectiva a largo plazo para todas las plantas, asegurar empleos y prevenir despidos».
Una industria en peligro
No solo Volkswagen está pasando un mal momento, y por ejemplo, Mercedes-Benz anunció el miércoles que recortará alrededor del 14% de su plantilla europea. La empresa de Stuttgart planea reducir costes en varios miles de millones de euros al año en los próximos años, informó el jueves el periódico Handelsblatt.
Ford también confirmó que recortará 4.000 puestos de trabajo en Europa, la mayor parte e Alemania, en un escenario donde las acciones de Volkswagen cayeron hasta un 1,4% a su nivel más bajo desde el 13 de noviembre, mientras que las de Porsche han tocado mínimos de los últimos 13 años.
Una industria alemana del automóvil que corre el riesgo de colapsar por aspectos como la baja competitiva técnica de sus vehículos, la falta de acierto en aspectos como el software, sus elevados precios, y también el elevado coste energético que arrastra Alemania desde el inicio de la guerra de Ucrania y la pérdida del acceso al económico gas ruso, que se suma a un empuje cada vez más intenso por parte de sus competidores chinos que, a pesar de los aranceles, siguen ampliando su presencia en el continente.