BYD Dolphin Surf vs Citroën ë-C3: ¿Quién fabrica el mejor coche eléctrico pequeño?

2025 se perfila como el año del inicio del coche eléctrico asequible. Y pocos modelos encajan mejor en esa definición que los protagonistas de esta prueba realizada por el canal británico CarGurus: el nuevo Citroën EC3 y el BYD Dolphin Surf. Ambos apuntan a quienes buscan un coche eléctrico pequeño, con más de 320 kilómetros de autonomía WLTP, y que ronde los 22.000 euros.

Sobre el papel, son casi idénticos. El Citroën monta una batería LFP de 42 kWh que le da 320 km de autonomía WLTP, mientras que el BYD apuesta por una batería Blade LFP de 43 kWh y 322 km. Las versiones probadas rondan los 23.990 euros. También existen versiones con menos batería y autonomía que bajan de los 20.000 euros, con un equipamiento decente, pensadas para quienes no necesitan recorrer grandes distancias.

El diseño del Citroën, cuadrado y simpático, esconde un interior práctico y sencillo, con buenos acabados para el segmento. Incluso en la versión básica ofrece llantas de 17 pulgadas, faros LED, control de crucero, sensores traseros y aire acondicionado. El maletero de 310 litros es suficiente para un carrito ligero, aunque el borde de carga alto y la ausencia de piso variable penalizan. Detrás, el espacio para pasajeros es generoso. En el acabado tope Max suma cargador inalámbrico, asientos calefactables, navegador integrado y tapicería de cuero sintético. Lo que no se entiende es que los asientos calefactables no estén disponibles ni como opción en el modelo base.

Por su parte, el BYD Dolphin Surf llega con un equipamiento más abundante por el mismo precio: carga bidireccional, acceso y arranque sin llave, asientos eléctricos en cuero sintético, cámara trasera y control de crucero adaptativo con función semiautónoma. El maletero (308 litros) es menos aprovechable que el del Citroën y la banqueta trasera está más limitada a dos ocupantes.

En el interior destaca su pantalla central giratoria, un toque llamativo que probablemente acabe fijo en horizontal. La interfaz es ágil y de aspecto moderno, aunque la climatización se gestiona desde la propia pantalla, menos práctico que los mandos físicos del Citroën. En calidades percibidas, el francés transmite una sensación superior, con materiales más agradables al tacto.

En carga, el Citroën marca la diferencia con 100 kW de potencia máxima en corriente continua, frente a los 85 kW del BYD. Eso significa unos 160 km recuperados en 20-25 minutos, mientras que el BYD necesitará 5-10 minutos más. En carga doméstica a 7 kW, ambos tardan entre 7 y 8 horas.

En carretera, el BYD no destaca por prestaciones: 0 a 100 km/h en 12,1 segundos, aunque en ciudad se siente ágil y cómodo, con buena amortiguación para su tamaño. Eso sí, el ruido de suspensión está presente y la regeneración de frenada es muy suave y ajustable solo desde el menú de la pantalla, algo incómodo. Su punto fuerte está en la eficiencia: en condiciones reales de verano se pueden lograr hasta 8 km/kWh, lo que equivale a unos 290-305 km de autonomía, cayendo a 240-255 km en invierno.

El Citroën es más rápido, con 10,1 segundos en el 0 a 100 km/h, y se siente más aplomado y maduro a velocidad alta. La suspensión avanzada con topes hidráulicos suaviza los baches pequeños mejor que el BYD, y su visibilidad es superior gracias a la carrocería más cuadrada. Ofrece dos niveles de regeneración, controlables con un botón físico, pero ninguno permite conducción a un pedal. La autonomía real se sitúa entre 210 y 260 km según condiciones.

En resumen, los dos son coches eléctricos urbanos muy competitivos por precio y equipamiento. El BYD gana en dotación de serie, eficiencia y garantía (6 años frente a 3), mientras que el Citroën ofrece mejor calidad percibida, interior más práctico, conducción más pulida y carga más rápida. Para CarGurus, la balanza se inclina ligeramente hacia el modelo francés, aunque ambos representan la llegada de una nueva generación de eléctricos asequibles.