La flexibilización de la prohibición de los motores de combustión en Europa es una obra maestra de manipulación política

Europa ha decidido rebajar las exigencias a la industria automovilística para poder seguir vendiendo coches con motor de combustión más allá de 2035, y eso a pesar de saber que su papel será simbólico para entonces. Un movimiento de manipulación cortoplacista que le costará el futuro a Europa para alegría de China.

La flexibilización de la prohibición de los motores de combustión en Europa es una obra maestra de manipulación política

Publicado: 17/12/2025 09:23

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La industria alemana del automóvil puede que no sea tan pujante como lo fue en otra época, pero todavía es es capaz de grandes logros. No tanto fabricando coches, ni mucho menos desarrollando software, sino en un nuevo campo que manejan a la perfección: la presión política. Ha logrado retrasar el fin del motor de combustión en la Unión Europea, y lo han hecho para salvar el aquí y ahora.

Que en un proceso tan complejo como el paso del motor térmico al coche eléctrico, cada vez más definido por el software, se ajusten los plazos no es en sí mismo un drama. Más aún en un contexto económico complicado, con aranceles en Estados Unidos, energía cara y cadenas de suministro frágiles. Hasta ahí, nada especialmente reprochable.

El problema es que esta maniobra no cambia el estado comatoso en el que se encuentran grandes partes de la industria alemana del automóvil. Y de eso no tiene la culpa Bruselas, sino los propios consejos de administración de los fabricantes.

De poco sirve defender en público el desarrollo del coche eléctrico si, en privado, se cruza los dedos para que el viejo modelo fósil aguante todo lo posible. Una estrategia que ignora una realidad incómoda: con ese modelo de negocio ya están perdiendo cuota de mercado en casi todo el mundo. Y la cosa irá a mucho peor ya a corto plazo.

El espejismo de retrasar lo inevitable

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Esta forma de actuar también va en contra de los tímidos avances logrados en los últimos años en el coche eléctrico. Los nuevos modelos eléctricos de BMW y Mercedes, por ejemplo, han mejorado claramente en autonomía, potencia de carga y calidad del software. Señales de que, cuando quieren, pueden hacerlo bien. Podría ser mejor, sin duda, pero son señales al final del túnel. Pero los fabricantes europeos han decidido dinamitar ese túnel.

El empeño en mantener vivos los combustibles fósiles o sintéticos deja claro el miedo a los cambios profundos. En lugar de centrarse en desarrollar coches eléctricos rentables y competitivos, se mantiene la ilusión de que después de 2035 seguirá teniendo sentido fabricar motores de combustión. Hoy por hoy, nada indica que los combustibles sintéticos vayan a estar disponibles a gran escala ni a precios razonables en un futuro cercano.

Volkswagen ID3 GTX (9)

El rumbo de la industria es bastante evidente. Quien quiera estar entre los líderes del sector deberá ser capaz de ofrecer coches eléctricos asequibles, con software potente y controlando la mayor parte de la cadena de valor. A día de hoy, ningún fabricante alemán cumple con ese paquete completo. Y con la reciente relajación del calendario, la presión para lograrlo ha disminuido por lo que las posibilidades de que alguno lo logre son mínimas.

A corto plazo, estas medidas de respiración asistida para el motor de combustión pueden aliviar unas cuentas muy tocadas y producir unos sabrosos bonus a los directivos. Pero ya no a largo plazo, sino a corto y medio, existe un riesgo claro: que el retraso frente a China, Japón y Estados Unidos se haga aún mayor, justo en la industria más importante del país y una importante fuente de riqueza y puestos de trabajo en Europa.

El resultado parece evidente. En pocos años China controlará el mercado, comprará marcas y fábricas locales a precio de saldo, y podrá acelerar todavía más su implantación en nuestro mercado. Y no habrá aranceles que nos libren de eso. Sólo productos competitivos y un trabajo serio podrían hacerlo, pero los fabricantes han decidido quemar los barcos presionando a la UE para estirar el chicle del motor de combustión.

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