En los últimos meses estamos viendo como los grandes fabricantes están anunciando planes para incorporarse de lleno al sector del coche eléctrico. Algunos como General Motors ya lo ha hecho de la mano del nuevo Chevrolet Bolt, Opel Ampera-e en Europa.
Pero al contrario de lo que podríamos pensar, esto no tiene por que ser malo para fabricantes como Tesla. Todo lo contrario.
Las razones de los más optimistas esgrimen que la temprana apuesta del fabricante comandado por Elon Musk les ha permitido lograr una importante ventaja competitiva frente al resto de fabricantes. Algo que les permitirá lograr sacar mayor partido a sus próximas inversiones.
La cuestión es que uno de los mayores esfuerzos de Tesla hasta el momento, ha sido la creación de una amplia red de tiendas. Unos establecimientos que al contrario de lo habitual en la industria, está totalmente controlado por Tesla. Una red que se ha convertido en un punto de información para los usuarios, donde conocer aspectos como las características de los coches, pero también cuestiones más técnicas, como los motores y baterías. Algo que en una concesión tradicional sería impensable a día de hoy.
Esta red ha demostrado que entre el gran público todavía existe un elevado nivel de desconocimiento en la tecnología del coche eléctrico. Y ahí es donde Tesla se beneficiará de la llegada de competencia.
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El desembarco de marcas como la propia General Motors, pero también de BMW, Volkswagen, Mercedes, Audi…etc, supondrá una inversión en publicidad que permitirá ampliar el arco de clientes que se interesen en los coches eléctricos. Unos clientes que gracias a la implicación de las marcas tradicionales, reducirán de forma importante sus temores hacía la nueva tecnología.
Esta mayor exposición en la publicidad y medios de comunicación de los futuros proyectos de las grandes marcas, supondrá que habrá cada vez más gente buscando información. Algo que llevará a muchos a lanzarse a la compra de un modelo de General Motors y compañía, pero a otros muchos a optar por una propuesta de Tesla está por delante en tiempo a las propuestas de los grandes fabricantes. Por lo tanto, la propuesta del fabricante de Palo Alto será la mejor situada, lo que le permitirá incrementar sus ventas.
Además de en el plano temporal, Tesla también disfruta de una ventaja competitiva a nivel tecnológico, y sobre todo económico. El contar con la Gigafábrica de baterías le permitirá disfrutar de un mayor margen de beneficio por vehículo. Algo que no podrán decir a corto y medio plazo el resto de fabricantes que exceptuando a Nissan, dependen de terceras empresas suministradoras de baterías.
Los riesgos
Por supuesto, todo esto si «los planes salen bien». En caso de que exista alguna piedra en el camino, la realidad podría ser más difícil para Tesla.
El principal reto para resta es el incremento de su producción. Un aspecto clave de cara a lograr la rentabilidad, y sobre todo, atraer nuevos inversores que permitan continuar con la expansión. Una producción bajo una fuerte presión por las más de 400.000 reservas existentes del Model 3, a las que se sumarán los pedidos del Model S y X, que este 2017 crecerán un 50% respecto al pasado año.
Otro de los riesgos para Tesla es la evolución del mercado. Una de las posibilidades es que el mercado no exija en el futuro modelos de amplia autonomía al nivel esperado por el fabricante norteamericano. Un cambio en el mercado que se centre en modelos de media y baja autonomía podría dañar las expectativas futuras de Tesla.
El tercer riesgo es que la evolución de la oferta de los rivales crezca hasta superar en cuestiones como autonomía, prestaciones dinámicas y precio a la propuesta de Tesla. Algo que si podría ser un peligro para las ventas, pero que a día de hoy parece un escenario a más de 10 años vista. Un plazo muy amplio de margen para el fabricante de California de cara a mejorar todavía más su propuesta con la apertura de plantas en Europa y Asia, tanto de fabricación de coches, como de baterías.
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