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La baja capacidad de producción de los fabricantes está frenando la transición hacia los coches eléctricos de Noruega

Cuando repasamos las ventas de coches eléctricos de los diferentes mercados, siempre llama la atención el crecimiento que está viviendo esta tecnología en Noruega. Una implantación muy superior al resto de estados. Por ejemplo podemos comparar el apenas 1% de cuota de mercado media en el resto de Europa frente al 37.3% que los eléctricos puros han conseguido en el mes de marzo. Pero estas cifras son incluso peores de las que se podrían lograr, y todo por la lentitud de los fabricantes en incrementar su producción.

Un informe de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente ha constatado que los compradores noruegos deben afrontar largas esperas para hacerse con una unidad. Algo que está en la práctica frenando las ventas de este tipo de vehículos en Noruega. Y eso que hablamos de un mercado pequeño, poco más de 5 millones de habitantes. Pero aquellos interesados en comprarse un coche eléctrico tienen que enfrentarse a una lista de espera que va desde los seis meses a los dos años.

Steffen Kallbekken, del instituto noruego CICERO (Centro Internacional de Investigación Climática), ha analizado las actitudes de los consumidores hacia los vehículos eléctricos, y ha indicado: «Estas demoras ponen en riesgo el obligar a posponer a los consumidores la compra de productos energéticamente más eficientes. Además, ponen en riesgo los objetivos climáticos de Noruega y la UE. En virtud del Acuerdo de París, Noruega se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2030, en relación con los niveles de 1990, y las emisiones del transporte deberán reducirse a la mitad para 2030

Esto significa que la demanda de coches eléctricos es incluso más elevada de la que muestran las impresionantes cifras de matriculaciones. Todo gracias a un paquete de medidas del gobierno que ha impulsado con determinación un mercado que ha crecido por encima de las bajas expectativas e inversiones de los fabricantes.

Por desgracia, no es algo exclusivo de Noruega. Como recordamos, el pasado año Volkswagen tenía que cerrar los pedidos de las versiones híbridas enchufables del Golf y el Passat ya que la capacidad de producción era muy baja, y la demanda no paraba de crecer elevando la lista de espera más allá del año. Algo que también ha afectado a marcas como Smart, y en menor medida a Renault.

Según este informe, en 2017 la media de ventas de coches eléctricos en Europa apenas ha llegado al 1.4%. Una cifra que podría haber sido superior de existir una mayor producción de vehículos. Algo que se ha acompañado por la lenta expansión de unas redes de recarga que todavía no ofrecen un escenario atractivo para el comprador menos entusiasta.

Pero lejos de solucionarse, este problema podría agrandarse. Todo por culpa de una China que está preparándose para la puesta en marcha de las cuotas de ventas. Esto junto con la paulatina apertura de su mercado, por ejemplo con la anunciado eliminación de la necesidad de aliarse con un fabricante local para poner en marcha una fábrica, provocará que muchas marcas centren sus esfuerzos inversores en el gigante asiático, reduciendo su esfuerzo en una Europa más manejable a nivel político.

Es evidente que en pocos años habrá mayor producción también en Europa, pero esta corre el riesgo de mantenerse durante demasiado tiempo por detrás de la demanda. Algo que perjudicará la velocidad de expansión y con ello las posibles inversiones en industrias como la producción de baterías en Europa, y la expansión de las redes de recarga públicas.

Vía | Transportenvironment

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