Tras muchos meses de espera, parece que finalmente Mini pondrá a la venta su primer coche eléctrico en diciembre de este mismo año. La marca británica perteneciente a BMW está actualmente ultimando el desarrollo del Mini Cooper SE, un modelo con el cual la compañía quiere entrar a competir en el cada vez más nutrido mercado de coches eléctricos mundial.
A pesar de que el modelo todavía no está listo para producción, Mini ha permitido a algunos medios probarlo en circuito; así mismo, también ha revelado algunos detalles técnicos interesantes acerca del primer modelo a baterías de la marca, el cual todavía muestra un denso camuflaje en los test realizados por la prensa a pesar de que estéticamente hablando no será muy diferente de cualquier otro Mini Hatch de tres puertas.
El pack de baterías del nuevo Mini Cooper SE tiene forma de T, y se extiende a lo largo del túnel central del coche y en la zona donde se ubica el depósito de combustible en las versiones térmicas, algo que permite no disminuir el ya de por sí reducido espacio interior del utilitario del segmento B británico. Debido a la presencia de las baterías, la posición de conducción es ligeramente superior a la de otros Mini.
El chasis no ha cambiado demasiado respecto al resto de la gama, si bien los brazos delanteros inferiores de la suspensión han sido reforzados, mientras que los amortiguadores han sido revisados para adaptarse al peso adicional y al nuevo reparto de pesos. A pesar de que el coche es tracción delantera, comparte gran parte de sus órganos mecánicos con el BMW i3: el motor procede del i3S (184 cv/135 kW, 270 Nm de par), mientras que las baterías de 92 Ah (33 kWh) son casi idénticas a las del anterior i3 94 Ah (actualmente se vende el i3 120 Ah).
El modelo inglés, de unos 1.350 kg, es 80 kg más pesado que el BMW i3 y 130 kg que un Mini Cooper S automático, una diferencia que realmente no es tan abultada como en otros coches eléctricos. Gracias a las baterías en los bajos el reparto de pesos es más equilibrado, pasando de 60/40 a 54/46, lo que unido al bajo centro de gravedad le permite un comportamiento dinámico muy deportivo.
El 0 a 100 km/h lo completa en un tiempo de «entre 7 y 8 segundos», mientras que la velocidad máxima estará limitada a 150 km/h. La autonomía, todavía pendiente de confirmar, debería ser equivalente a la del BMW i3 94 Ah; es decir, unos 255 km WLTP por carga. Una cifra que se nos antoja algo limitada para un coche eléctrico que se pondrá a la venta en pleno 2020 y que no será precisamente barato. Respecto a la carga, podrá recuperar el 80% de su autonomía en apenas 40 minutos en una toma rápida en corriente continua, mientras que en una toma en alterna de 11 kW tardará 3 horas en completar una carga.
Por fuera no se esperan muchos cambios más allá de una parrilla específica cegada, unos arcos plásticos de mayor tamaño en los pasos de rueda para disimular su altura superior a otros Mini, y unas llantas aerodinámicas de tamaño máximo inferior al del resto de la gama para priorizar la eficiencia y disminuir la altura de la carrocería (tendrá disponibles llantas de 16 y 17 pulgadas, quedando fuera de la ecuación las de 18 pulgadas disponibles en los Mini térmicos). Por dentro mantendrá su gran nivel de acabados y sólo cambiará la instrumentación, que será específica.
Según los probadores, su comportamiento es el de un modelo ágil que se siente igual de dinámico que cualquier otro Mini, a pesar de que la dirección todavía no está calibrada en su configuración final y peca de ser algo blanda. Además, el coche cuenta con un interesante sistema de frenada regenerativa regulable. El comienzo de su producción en la planta de Oxford está previsto para marzo de 2020, y se estima que tendrá un precio de unos 31.000 euros, si bien estará más equipado que un Mini Cooper S convencional.
Fuente | Autocar