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El efecto Osborne ya se está notando con fuerza en Reino Unido, y está arrastrando también a los híbridos enchufables

Hace unas semanas nuestro compañero Jaime Gómez lanzaba un artículo donde nos hablaba del «efecto Osborne». Algo que se puede explicar como un fenómeno social consistente en clientes que cancelan o retrasan compras de artículos próximos a ser obsoletos, causando problemas financieros a la compañía que anuncie un producto futuro de forma prematura. Un efecto ya que está comenzando a causar con fuerza problemas en mercados como el de Reino Unido.

En este mercado acumulan tres años consecutivos en los que las ventas de coches durante el primer semestre bajan. Concretamente en los seis primeros meses del año las matriculaciones se han contraído de nuevo un 3.4%, con un derrumbe espectacular de los modelos diésel, que han visto reducida su cuota de mercado un 19.4% respecto al primer semestre del 2018, y ya acumulan 27 meses consecutivos de descenso.

Podríamos pensar que las ventas se han dirigido hacia las motorizaciones gasolina. Pero estas a pesar de subir con fuerza, lo han hecho un 3.5%, estas no han logrado complementar la bajada de los diésel, lo que ha provocado una caída de las ventas. Desde 2016, las ventas de vehículos a gasolina durante el primer semestre del año han aumentado en 146,473 unidades, mientras que las ventas de los modelos con motor diesel han disminuido en 335,000 unidades, dejando un déficit de alrededor de 190,000 vehículos.

Otra tecnología que está sufriendo una fuerte caída es el de los híbridos enchufables. Según los últimos datos, en el mes de junio las ventas se han reducido un 50% respecto al 2018, y en los seis primeros meses del año la caída llega al 30%, con 14.923 unidades entregadas. Una dinámica negativa en la que ha tenido que ver la evolución de los sistemas a batería, pero también las políticas del gobierno que ha retirado las ayudas públicas, condenando prematuramente a una tecnología con mucha aceptación en este mercado.

Por su parte las matriculaciones de coches eléctricos ha aumentado un 60% en este primer semestre, pero sus ventas apenas han llegado al 1% del total de matriculaciones con un total de 12.000 ventas.

Esto nos dibuja un escenario perfecto para el efecto Osborne, con unos clientes que han condenado a los sistemas diésel, y que estaban interesados en los híbridos enchufables. Pero el fin de las ayudas ha enfriado este interés. Al mismo tiempo la oferta de coches eléctricos puros no es suficientemente robusta para convencer al gran público, que en un número cada vez más grande ha decido esperar acontecimientos y decidir su compra más adelante. Una dilatación que sin duda perjudica a los fabricantes que más han apostado por los sistemas diésel, y que favorecerá a los que lo hagan por los modelos eléctricos con autonomías por encima de los 300 km reales.

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Vía | Wolfstreet

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