El Isetta fue uno de los coches más reconocidos de la posguerra europea. Concebido en Italia como un medio de transporte de bajo coste, este curioso vehículo con forma de burbuja y una única puerta frontal conquistó al gran público por lo reducido de su precio y la originalidad de su propuesta. Este micro-coche se fabricó bajo licencia Iso en numerosos países, siendo BMW la marca que más lo popularizó.
Hace apenas unos meses se anunció el regreso del mítico modelo de la mano del Microlino, una apuesta personal del suizo Wim Ouboter y sus hijos Oliver y Merlin, que basándose en el diseño del Isetta han creado un coche urbano 100% eléctrico con un chasis totalmente nuevo que hace que los parecidos con el clásico modelo italiano se reduzcan a su particular estética. A pesar de que todavía no ha sido lanzado al mercado, el Microlino cuenta con 15.000 reservas en firme.
De acuerdo con sus creadores, el modelo tendrá dos baterías disponibles, una de 8 kWh y otra de 14,4 kWh. El motor en todos los casos será el mismo, con 20 cv de potencia. Gracias a él, alcanzará los 90 km/h de velocidad punta, y hará el 0 a 50 km/h en apenas 5 segundos. De acuerdo con la empresa, su autonomía será de 125 km con la primera batería y 200 km con la segunda, probablemente con una conducción puramente urbana. La carga tardará 4 horas en completarse en una toma doméstica y una en un Wallbox.
Al medir menos de 2,5 metros, en muchos países el Microlino podrá aparcarse de forma perpendicular a la acera de forma legal, lo que incrementará enormemente su utilidad, pues podrá estacionar en espacios de apenas 1,5 metros de ancho. Así, se convertirá en una herramienta muy eficaz entre el tráfico urbano. Su precio partirá de los 12.000 euros.
Aunque el desarrollo del Microlino lo ha realizado la empresa Micro-Mobility, de Wim Ouboter, su producción fue encargada a la italiana Tazzari y su división TMI, que también se iba a ocupar del desarrollo final del modelo. Sin embargo, TMI fue vendida en 2018 a Artega, una compañía alemana que en 2007 presentó el Artega GT, un modelo pensado para rivalizar con el Porsche Cayman que sin embargo no llegó al mercado, lo que llevó a su quiebra.
Ese mismo año la compañía fue recomprada por Klaus Dieter Frers, cofundador de Artega expulsado en 2009 de la empresa por su socio Wolfgang Ziebarth. Desde entonces, Artega simplemente ha anunciado la reconversión del Artega GT en el Artega Scalo, una versión eléctrica de su deportivo que vio la luz en 2017 y que sin embargo todavía no ha llegado a producción.
Micro-Mobility no pudo oponerse a la venta de TMI porque su contrato no tenía una cláusula que la cubriera en caso de cambio de control del proyecto. De acuerdo con Merlin Ouboter, tras la adquisición de TMI por parte de Artega comenzaron a acumularse los retrasos debido a que no se mantuvo a ningún empleado, lo que conllevó una pérdida de valiosos conocimientos. Pero las cosas empeoraron todavía más con el paso del tiempo.
En un momento dado, Frers afirmó que el desarrollo del Microlino había terminado con éxito y exigió a Micro-Mobility el último pago. Sin embargo, esta última consideraba que el modelo no estaba finalizado, pues tenía numerosos fallos técnicos muy peligrosos, por lo que se aplazó el pago hasta que realmente se hubiera terminado el proyecto.
Ahora, Frers afirma que «Artega ha desarrollado significativamente el Microlino y que Micro-Mobility lo ha querido realizar ninguna contribución económica», por lo que ha comenzado a ofrecer el Microlino bajo su propia marca: el Karolino. Ouboter niega que la mayor parte del desarrollo haya sido realizada por Artega, pues Micro-Mobility lleva 4 años inmersa en el proyecto, mientras que la empresa alemana apenas se incorporó hace unos meses.
Además, Micro-Mobility ha pre-financiado las 70 primeras unidades del Microlino, de las cuales solo le ha sido entregado una: Artega se niega a entregar el resto, habiéndolas rebautizado como Karolinos. Micro-Mobility, que llevó a Tazzari el diseño final del Microlino con la intención de finalizar el desarrollo para llevarlo a producción, afirma que el Karolino es al 99,9% un Microlino, siendo la mayor parte de los pequeños cambios realizados de uno a otro propuestas realizadas por la propia Micro-Mobility.
Frers afirma que el contrato de TMI con Micro-Mobility establecía que la primera sería el productor exclusivo del Microlino en Europa, pero al no especificarse derechos de distribución exclusivos para Micro-Mobility, proclama que Artega puede vender el mismo vehículo con un nombre diferente. Teniendo en cuenta que Artega ya registró dominios web con el nombre Karolino poco antes de la compra de TMI, parece claro que el objetivo de Frers fue desde el principio robarle el proyecto a Micro-Mobility. Cabe destacar que poco después de la compra de TMI por parte de Artega, Tazzari también demandó a Frers, aunque no se conoce la naturaleza de su disputa.
Así, mientras que Artega presentará el Karolino en el próximo Salón del Automóvil de Frankfurt, Micro-Mobility tomará acciones legales contra la compañía. Así, la empresa demandará a su antigua socia para evitar la llegada del Karolino al mercado. En paralelo, se está trabajando en un plan B para llevar el Microlino a producción, cuya llegada al mercado lógicamente se ha visto retrasada. Con todo, Micro-Mobility afirma estar trabajando con empresas con más experiencia que Artega, confiando en ser capaces de llevar el Microlino al mercado lo más rápido posible.
Fuente | InsideEVs
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