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Los expertos avisan del riesgo para Europa de no invertir en la producción de baterías para coches eléctricos

La transformación del sector de la automoción supondrá afrontar cambios profundos en una industria centenaria que afronta uno de los retos más complejos de su historia. No sólo será el adaptar las líneas de producción a los nuevos sistemas eléctricos, sino también el poner en marcha casi desde cero de una red de producción de baterías para alimentar los nuevos coches eléctricos. Un reto que de no afrontarse con ambición, supondrá un enorme impacto en la pérdida de puestos de trabajo.

Según el Instituto Faraday, sólo en Reino Unido se estima que de no atraer nuevas instalaciones de producción de baterías para vehículos eléctricos, esto podría costarle al país la pérdida de unos 105,000 empleos para 2040.

Uno de los principales problemas es que en la actualidad la mayor parte del suministro de baterías está en manos de los fabricantes asiáticos. chinos y coreanos. Un monopolio que las marcas occidentales buscan minimizar con grandes proyectos para poner en marcha diferentes fábricas en suelo europeo que les permita acceder a un suministro fiable, y con un precio más competitivo.

Estas inversiones abren un nuevo e inesperado escenario, y es que según los expertos del Instituto Faraday, no sólo será el problema de no atraer las propias instalaciones de baterías, sino que con el tiempo la industria del automóvil trasladará sus fábricas de coches lo más cerca posible de las plantas de producción de baterías.

Para los analistas, si Reino Unido lograse poner en marcha una industria de producción de baterías, podría ver como no sólo no se perderían empleos, sino que los puestos de trabajo en el sector del automóvil podría aumentar de los 170.000 actuales, a más de 220.000 en 2040. De lo contrario, el escenario augura muy malas noticias para un sector que como vemos, perdería la mayor parte de sus empleos.

Como recordamos, Francia y Alemania han anunciado planes de inversión para poner en marcha fábricas de baterías con valor de 6.000 millones de euros. Un proyecto que cuenta con el apoyo de la Unión Europea que cuenta con un plan paralelo para extender las instalaciones a países como: Bélgica, Finlandia, Italia, Polonia, España y Suecia.

Un proyecto donde se inyectarán 3.200 millones de euros en una primera fase para iniciar el nacimiento de la industria europea de la producción de baterías. Un plan donde por supuesto, no está Reino Unido que tras el Brexit tendrá que gestionar la situación de forma individual.

Un estudio que supone un aviso alto y claro de que no invertir en producción de baterías será sinónimo de pérdida de empleos no sólo por no contar con esas instalaciones, sino también por la progresiva pérdida de competitividad en la fabricación de los propios coches que irá migrando de forma paulatina a los lugares donde tengan cerca un suministro de baterías.

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