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La NASA invierte en la investigación de aviación con motores eléctricos

Si resolver el problema del transporte por carretera en relación a las emisiones de efecto invernadero ya es complicado, no hablemos ya de los aviones. Para que un cuerpo pueda volar necesita ser «más ligero que el aire», es decir, compensar con la sustentación su masa y la acción gravitatoria, para lo cual suele hacer falta un motor. Que este último no contamine, pasa a ser muy complicado.

Las necesidades de propulsión de los aviones son muy diferentes en función de su tamaño y del uso que se hará de ellos. Para los aviones más pequeños sirven motores de émbolos o turbohélices, y a partir del tamaño mediano siempre son con motores a reacción y algún que otro motor cohete. Esto no ha cambiado significativamente desde los años 50, cuando empezó la era de la reacción en serio. En un mundo en el que no puede haber emisiones, los motores a reacción son inviables.

La agencia estadounidense del espacio, la NASA, tiene un programa que pretende poner en el aire aviones pequeños que puedan realizar rutas de corto alcance o regionales, como los actuales turbohélices (p.e. para comunicar entre sí las Islas Canarias). Dicho programa se llama Electric Powertrain Flight Demonstration (EPFD), traducible como «Demostración de Vuelo con Motorización Eléctrica».

Desarrollo del primer avión experimental eléctrico de la NASA, el X-57 Maxwell

El programa EPFD pretende tener antes de 2035 aviones de este tipo con propulsión eléctrica aérea (EAP), siendo motores eléctricos los que muevan las hélices. Dos compañías han recibido un total de 253,4 millones de dólares en fondos, unos 218.532.160 euros al cambio, para avanzar en este sentido. GE Aviation de Cincinnati (Ohio) se lleva 179 millones de dólares, el resto son para MagniX de Redmond (Washington).

Durante cinco años, ambas empresas realizarán pruebas en tierra y en el aire de tecnologías EAP, y colaborarán con la NASA en materia de desarrollo, pruebas de instrumentación y análisis de datos. Las motorizaciones a desarrollar serán del orden de megavatios, es decir, más de 1.000 kW.

«Dichas demostraciones servirán para identificar y acabar con barreras técnicas y riesgos de integración. Además ayudará a informar del desarrollo de estándares y regulaciones de futuros sistemas de propulsión eléctrica aérea.»

Gaudy Bezos-O’Connor, responsable del proyecto EPFD del Centro de Desarrollo de Langley de la NASA

De entrada, no lo tienen fácil. A pequeña escala se han logrado aerotaxis que funcionan de forma similar a los drones, donde las baterías no comprometen la masa en relación al ingenio volador, pero en aviones más grandes el problema se complica muchísimo más. Pero hay un antecedente esperanzador, Bertrand Piccard y Andre Borschberg circunnavegaron el planeta en 2016 en un avión con motores eléctricos de hélice y placas solares. Les llevó tiempo (505 días, a una media de 70 km/h), pero la historia de la aviación es incomprensible sin los pioneros.

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