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La transición al coche eléctrico permitirá a las marcas chinas expandirse a nivel internacional

Durante años, los fabricantes chinos trataron de introducirse de forma infructuosa en los mercados occidentales. En la mayoría de ocasiones sus vehículos no cumplían con las expectativas de los clientes en materia de calidad, equipamiento o seguridad; además, sus mecánicas estaban muy desactualizadas respecto a los estándares de Estados Unidos y Europa en materia de rendimiento, consumo o emisiones.

Sin embargo, el coche eléctrico lo está cambiando todo: China es actualmente el principal mercado mundial de este tipo de vehículos, y sus marcas no parten con desventaja respecto a los fabricantes occidentales, que en muchos casos han comenzado a invertir en esta tecnología hace apenas unos años. Así, la transición a la movilidad eléctrica está siendo aprovechada por los fabricantes chinos para expandirse fuera de sus fronteras.

El mejor ejemplo lo encontramos en el grupo SAIC, uno de los cuatro principales fabricantes de automóviles de China. Valiéndose de la marca británica MG, el conglomerado asiático se está introduciendo de forma exitosa en mercados como Australia, Europa o India a través de una gama fuertemente electrificada (su modelo estrella, el ZS EV, es un SUV compacto 100% eléctrico).

El desembarco de las marcas chinas se está produciendo en paralelo al incremento en ventas de los coches eléctricos: recientemente, marcas como Aiways, BYD, NIO y XPeng comenzaron su expansión en el viejo continente, mientras que el poderoso grupo Great Wall se introducirá en nuestro mercado a lo largo del año que viene de la mano de dos modelos enchufables: el Wey Coffee 01 y el ORA Cat.

Algunos políticos acusan a China de subsidiar a sus empresas

Sin embargo, este cambio de paradigma también está reforzando el papel de China como exportador de automóviles: modelos de cierto éxito como el Dacia Spring o el Polestar 2 ya se ensamblan en el país asiático, mientras que las versiones de acceso del Tesla Model 3 y la gama completa del Tesla Model Y por el momento se importan desde Shanghái.

La firma alemana Smart, controlada por Geely y Mercedes-Benz a través de una empresa conjunta, también producirá sus próximos vehículos eléctricos en el país asiático, pues los menores costes de fabricación permitirán a la compañía mejorar sus índices de rentabilidad. Lotus, también perteneciente a Geely, fabricará sus futuras berlinas y SUV en Wuhan, mientras que sus modelos deportivos seguirán ensamblándose en Hethel (Reino Unido).

Incluso el Grupo Volkswagen, cuyo comité de empresa está presionando para reforzar la producción en sus plantas alemanas, ha tomado la decisión de comenzar a exportar vehículos desde China. Uno de los primeros modelos en llegar será el ID.6, un SUV eléctrico de tamaño similar al Touareg que por el momento se fabricará exclusivamente en Anting y Foshan.

Algunos líderes europeos han mostrado su preocupación ante esta situación, acusando a Pekín de subsidiar a sus empresas para darles una ventaja injusta frente a la competencia internacional (SAIC es una empresa mayoritariamente estatal, por ejemplo). Los fabricantes europeos también observan con cautela a los nuevos competidores: «Nos tomamos muy en serio a cada jugador nuevo. Por otro lado, nunca le tememos a la competencia», afirma Martin Daim, miembro de la junta directiva de Daimler.

Thomas Ingenlath, director ejecutivo de Polestar, afirma por su parte que todas las empresas de automóviles tratan de vender sus productos en el extranjero y que no hay nada inusual en lo que están haciendo las empresas chinas. «Es algo absolutamente normal. Las marcas de automóviles, dondequiera que se encuentren, tienen negocios de exportación».

Fuente | The New York Times

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