El precio ha sido una de las principales barreras para la compra de un coche eléctrico. Una situación que el incremento de la economía de escala estaba ayudando a corregir poco a poco. Pero entre 2020 y 2022 han cambiado muchas cosas y la actual situación está empujando hacía arriba los precios de los coches, incluyendo los eléctricos.
A la falta de componentes como los semiconductores se está sumando ahora la agresión de Rusia contra Ucrania. Factores geopolíticos que han provocado un terremoto en los sectores energéticos y de material primas que está haciendo que los precios del petróleo y de componentes como el níquel se estén disparando.
Según un estudio de la consultora S&P Global Mobility, los precios de los materiales necesarios para la fabricación de baterías para coches eléctricos están siendo especialmente afectados. Principalmente en las tecnologías más usadas por los fabricantes occidentales donde el níquel es el más importante de sus elementos.
Si a esto unimos que Rusia es el tercer mayor suministrador de níquel a nivel mundial, y sede del mayor productor de níquel del mundo, permite a los rusos poder tener influencia en el coste de este componente clave para muchas baterías.
Como recordamos, el precio por tonelada de níquel se disparó brevemente hasta unos absurdos 100.000 dólares la tonelada en el London Metal Exchange (LME) el pasado 8 de marzo, más del triple del día anterior y llegando a paralizar su cotización durante unas horas.
Ahora el níquel ha vuelto a caer a un precio más razonable de 37.000 dólares por tonelada, pero si observamos las proyecciones del coste antes de la invasión rusa realizadas por Capital.com, vemos que estas ya auguraban que este metal está en una fase alcista donde se espera que alcance los 38,835 dólares por tonelada a finales de 2025.
Para S&P Global Mobility, esto tendrá un impacto en el coste de la producción de cada batería que estiman que si se mantiene el aumento de precio de las materias primas, para finales de 2022 el precio de cada batería podría llegar a aumentar unos 8.000 dólares por vehículo.
Una situación que puede ser insoportable para algunas marcas que no serán capaces de absorber este incremento tan desproporcionado de los costes, y que podría ser un aliciente extra para un cambio de química que favorecerá a las baterías de litio-ferrofosfato, pero que también puede acelerar la llegada de otras alternativas libres de níquel y otros elementos costosos como el cobalto.
La conclusión puede ser de que si estás pensando en comprarte un coche eléctrico, y estaban esperando para que bajasen los precios, posiblemente te tengas que enfrentar a un precio más elevado a corto plazo. Algo que hemos podido ver gráficamente esta pasada semana cuando Tesla elevó hasta 6.000 euros sus precios. Un aviso a navegantes.