Cómo convertir un Ferrari Testarossa en un coche eléctrico, el Teslarossa
Cuando se quiere mantener un clásico de la talla del Ferrari Testarossa, de modo que pueda usarse habitualmente, el entusiasta se enfrenta a muchos dolores de cabeza y elevadas facturas de mantenimiento.Ya no solo se trata del riñón que cuesta cada revisión en Ferrari, sino la menguante disponibilidad de piezas para un coche que roza los 40 años, por no hablar de su fiabilidad mecánica.
No, no hablamos precisamente de un 1.9 TDI, y es que hay cosas más fiables, véase motores eléctricos, que pueden hacer sin rechistar ni mantenimiento alguno cientos de miles de kilómetros. Visto lo visto, cobra sentido eso de convertir un Testarossa en un coche eléctrico, aunque en términos puristas hablamos de un crimen.
La conversión la está perpetrando un taller de conversión británico, Electric Classic Cars, conocido por tener el Volkswagen Beetle más rápido del mundo. Como el nombre de la conversión sugiere, el motor va a ser de origen Tesla. El motor Ferrari 4.9 de 12 cilindros opuestos entregaba 385 CV, buena cifra para la época, no tan sorprendente hoy día, y añade un lastre de 420 kg al GT italiano.
También hay que tener en cuenta lo que pesa la caja de cambios transeje, o que el depósito de gasolina puede albergar más de 100 litros -o 200 euros, según se mire-. Con una elección adecuada de baterías se puede mantener no ya el peso, sino la distribución de masas, especialmente importante en un coche de motor central trasero y propulsión trasera.
Actualmente la conversión está a medias, han publicado dos vídeos del proceso y vendrán más, así que podréis seguirlo de cerca en el canal de Youtube de Electric Classic Cars. Parte de la conversión se puede financiar sola con la venta del motor original del coche. Por si no lo sabíais, hay desguaces especializados en Ferrari, y hasta un simple tubo de escape cuesta una buena pasta.
Para un amante de los coches, tal y como deben preservarse, originales, esto no tiene lógica alguna. Sin embargo, si dejamos que el tiempo siga avanzando años y años, nos toparemos con una creciente incomodidad añadida para mantenerlos en circulación. Suponiendo que haya algo que se pueda echar en su depósito, el mantenimiento incrementa gradualmente su dificultad y su coste.
En algún momento la ideología dejará lugar al pragmatismo, y si no, siempre quedarán los museos. Los precios pueden seguir subiendo. Hoy día cuadros de Picasso o Monet se siguen vendiendo por grandes barbaridades económicas sin que sean estrictamente útiles, simple decoración, cosa muy diferente es la historia que hay detrás, inherentes escasez, y originalidad.