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La guerra de Rusia en Ucrania derriba el puente que suponía el gas hacia las energías renovables en Alemania

La actual situación de emergencia energética de Europa está poniendo sobre la mesa la urgencia de invertir en energías renovables. El posible embargo de gas y petróleo de Rusia por su agresión a Ucrania ha hecho saltar por los aires la estrategia de grandes mercados como Alemania, que se había propuesto alcanzar una producción de renovables, pero usando el gas como herramienta intermedia. Algo que ya no es posible.

Y es que si echamos la mirada atrás, vemos como la última década ha sido un tiempo perdido por parte de la administración de Angela Merkel, que se propuso cerrar las centrales térmicas en 2038, las nucleares en 2022, pero sin un plan de acción decisivo en cuanto a unas energías renovables que han visto su inversión estancada en los últimos 10 años. Todo por la apuesta por el gas ruso como elemento a corto plazo.

La cuestión es que en Alemania los problemas ya se estaban gestando mucho antes del la guerra. A pesar unos inicios prometedores a principios de la década pasada, entre 2010 y 2020 los objetivos de implantación de renovables se fueron incumpliendo uno tras otro por la falta de inversión. Hasta el Tribunal Supremo de Alemania lanzó un inédito dictamen acusando al gobierno que su Ley de Cambio Climático de 2019 era parcialmente inconstitucional por su falta de ambición y por no garantizar los derechos de las generaciones futuras.

Inversión de Alemania en energías renovables periodo 2000-2018

Esto choca con la apuesta decidida de otros mercados, como España, donde la instalación de renovables aunque con algunos altibajos, ha seguido un ritmo de crecimiento imparable hasta lograr superar el 50% de producción el pasado año.

El problema para Alemania es que la situación ha cambiado. La invasión rusa de Ucrania ha hecho que los objetivos marcados sean significativamente más difíciles de lograr. La transición energética de Alemania se ha basado durante años en la adopción del gas ruso como un «combustible puente» entre el pasado alimentado por carbón y un futuro renovable ha saltado por los aires.

Según el secretario de estado climático de Alemania, Patrick Graichen , “el puente se ha derrumbado” como resultado de la guerra en Europa del Este, que “ha roto la narrativa del gas natural como tecnología puente”.

Una posición que el actual grupo de partidos en el gobierno ya se oponía anteriormente con su negativa al proyecto del Nord Stream 2, incluso antes de la precipitación de los acontecimientos en Ucrania. Un proyecto que ahora está muerto y a la vista de la situación, muerto y enterrado.

Llega el Zeitenwende

Ahora con un gobierno claramente posicionado a favor de las renovables, y con el respaldo total de la opinión pública gracias a la situación en el este de Europa, Alemania se ha lanzado de lleno a una carrera a contrarreloj para abandonar los combustibles fósiles.

Esto supone pasar de la estrategia del Energiewende a la de Zeitenwende, que podríamos traducir de la «transición energética, a una transición de tiempo». Y es que el tiempo ahora se ha convertido en una cuestión capital para una situación que ha pasado de afectar a medio o largo plazo, a hacerlo ya a corto plazo.

Una visibilización que permitirá adelantarse a problemas que incluso sin la situación de Ucrania estaban cerca de alcanzarnos, como los precios de o carburantes. Unos precios del petróleo que están aumentando de forma imparable por cuestiones como la cada vez mayor dificultad para encontrar petróleo de calidad, y los costes para su refinado y transporte. Algo que hará que crisis como la actual de precios del diésel y gasolina se puedan quedar en nada con lo que está por venir.

Es por eso que Alemania quiere afrontar una situación con renovables, el hidrógeno verde, y las formas de movilidad sostenibles, en una crisis que indican tendrá menos impacto en la economía que la crisis del coronavirus, y que servirá para romper la rueda y comenzar por fin a dejar atrás los combustibles fósiles.

Ahora queda por ver si en los próximos años se mantiene esta urgencia, o la solución de la guerra en Ucrania supone una relajación para los próximos gobiernos y el regreso a los malos hábitos.

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