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Si, las administraciones públicas tienen parte de culpa de las pobres ventas de coches eléctricos en España

Estos días de alarma por la dependencia energética externa, es más sangrante si cabe las trabas que están poniendo las administraciones públicas españolas para aumentar las ventas de coches eléctricos.

Y es que con el petróleo por encima de los 100 dólares el barril, y el desafío del gas de Rusia, la necesidad de reducir nuestra dependencia energética se ha agravado todavía más haciendo más urgente la búsqueda de alternativas. Pero en España organismos como las administraciones públicas en lugar de ser abanderadas y empujar a la gente, está poniendo palos en las ruedas que frenan una opción que está siendo abrazada por otros países vecinos.

Muchos se preguntarán como puede una administración frenar las ventas. Que el que quiera comprar comprará, y el que no, no. Pero por desgracia la situación es más compleja, y la base del problema está en los programas de ayudas públicas.

En España hemos ido pasando de un plan a otro con total indiferencia de los responsables del ministerio correspondiente. Programas al principio sin dotación presupuestaria que se agotaba en unas pocas horas. Después se amplió el presupuesto, pero se complicó con el reparto por comunidades autónomas. Algo que sobre el papel puede parecer buena idea ya que así el reparto el más justo y las comunidades con más hambre no fagocitan los fondos de otras. Pero de nuevo supone añadir una nueva capa de complicación burocrática que hace que el impacto sea incluso menor.

Eso se traduce en personas como muchos de los lectores que nos han escrito para compartir su experiencia personal con el plan de ayudas, y como ejemplo uno de los últimos casos que nos manda un lector de la comunidad de Andalucía.

En diciembre de 2020 compré un BMW X1 híbrido enchufable. Los vendedores tramitaron la solicitud de la subvención correspondiente al Plan Moves II a la Agencia Andaluza de la Energía. Aunque me consta, a través de su página web que está toda la documentación en regla , les he preguntado en cuatro ocasiones porqué no he recibido el dinero y siempre me responden que están estudiando la documentación. No sé dónde denunciarlo. Gracias

Esto supone que este cliente lleva esperando casi un año y medio por el ingreso de la ayuda en un proceso donde como recordamos, el comprador debe adelantar el 100% del coste del vehículo para poder llevárselo a casa. Pero hay casos más extremos de gente que lleva ya dos años esperando por su ayuda.

Curiosamente decir que en las primeras ediciones del Plan MOVEA, el gobierno adelantaba el dinero y era el concesionario quién debía gestionar y cobrar la ayuda. Algo que posteriormente se cambió por razones evidentes como hemos visto.

Seguro que muchos pensarán «por qué tengo que pagar con mis impuestos coches para ricos». Y es un pensamiento totalmente respetable que podemos defender con la necesidad de dar un empujón desde las administraciones para que incluso las rentas bajas se beneficien de los bajos costes operativos de los coches eléctricos, y que solo se logrará con una economía de escala más grande que permitirá retirar las ayudas a corto plazo. Una inversión por reducir nuestra dependencia energética que ha aplicado modelos políticos tan diferentes e incluso antagónicos como Alemania, Estados Unidos o China.

Para los que todavía piensan que incentivar las ventas de coches eléctricos con dinero público podemos recordar los datos de lo que se gasta España en petróleo. En 2021, las importaciones de crudo han sido de 56.1 millones de toneladas, y la factura ha sido de 33.695 millones de euros. Un dinero que se ha marchado para no volver.

Listado países de donde España ha importado petróleo en 2021

El problema como vemos es que los programas de ayudas en España están haciendo un enorme daño a la confianza de los clientes a la hora de acceder a la tecnología. Deben afrontar el montante del 100% de la compra, para luego esperar a ver si hay suerte y la administración le ingresa la ayuda. Algo que hace desistir a muchos interesados que prefieren o alargar la vida de sus viejos diésel o gasolina, o directamente optar por un modelo de combustión más económico.

¿Cuál es la solución? Pues una de dos. O la administración se pone la pilas y deja de tratar al coche eléctrico como un apestado y no lo entierra bajo una insoportable capa de burocracia, o simplemente se echa a un lado y no se convierte en un obstáculo que además sirve para inflar los precios de algunos modelos por «adelgazan» mágicamente al desaparecer los programas de ayudas. 

Una dicotomía de si ayudas o reducción de impuestos, donde por desgracia en España sería necesaria la segunda precisamente por la incapacidad de la administración de convertirse en un elemento dinamizador.

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