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China domina la producción de baterías mundial, y la va a seguir dominando

En la carrera del coche eléctrico China tiene la sartén cogida por el mango, ya que es un país clave por sus recursos minerales y su capacidad de producción de celdas y paquetes de baterías. Baste con mirar algunos datos para comprobar hasta qué punto tienen un liderazgo evidente en esta cuestión, y no solo eso, por qué van a seguir manteniéndolo.

En cuanto al litio, principal material para la confección de baterías, más de la mitad de la producción mundial (52%) viene de Australia, Chile aporta el 22%, y China «solo» el 13%, que es lo mismo que aportan el resto de países del mundo juntos. El cobalto, otro material clave en baterías NMC, nos hace depender casi en exclusiva de la República Democrática del Congo, donde unos 40.000 de los trabajadores que extraen este material de un total de 255.000 son niños. De ahí la importancia del aprovisionamiento ético y estas cosas.

Otro de los elementos en disputa es el níquel, la tercera parte de la producción mundial viene de Indonesia, y Rusia estaba aportando el 11% de la producción antes del pifostio en Ucrania. En total, tres naciones tienen el 56% de la producción mundial de níquel, y todos los demás el 44%. ¿Y qué pasa con las tierras raras? Se usan en los motores eléctricos asíncronos, y China tiene el 60% de la producción mundial.

Una vez que hemos hablado de minerales, hay que hablar de dónde se procesan estos, y aquí China tiene un papel aplastante. El 87% de las tierras raras se procesan en China, el 58% del litio, el 65% del cobalto, el 35% del níquel y el 40% del cobre. De ahí que la gran mayoría de las celdas de batería vengan directamente de China, se las han apañado para controlar la cadena de suministro.

También hay que tener en cuenta otro detallito, que China es el principal contaminador del planeta ya no solo por su población -la mayor del mundo- y por haberse convertido en una fábrica para el resto de naciones, también por una legislación más laxa que la de países occidentales. Esto significa que preocuparse en sacar producción de China -o no añadir más- también es una ayudita para el planeta, hasta que los chinos tengan una legislación ambiental más estricta.

En Occidente ya se ha visto la cara B de la globalización, el abuso de la externalización y que China concentre tanto poder, o Asia por extensión. De ahí que hayan surgido tantas iniciativas para que se reduzca la dependencia de China tanto en materias primas como en producción de componentes, y no solo eso, que se ponga en marcha una potente industria del reciclaje para que, a futuro, haya que pedir menos baterías a China.

También hay otro aspecto en el que China arrasa, y es en tecnología de baterías. Solo hay que ver los avances que están haciendo Gotion, CATL o BYD, entre otros. Están mejorando densidades específicas (por masa y por volumen), por lo que los paquetes de baterías van dando más kWh en el mismo tamaño y masa, y también tienen muy controlado el tema de la gestión electrónica, e incluso su control individual en cuanto a intercambio de baterías.

No es tampoco casualidad que las iniciativas más grandes de intercambio de baterías vengan de China. Occidente no solo tiene que recuperar el control de la cadena de suministro y tener capacidad de producción y reciclaje, también ha de perfeccionar la gestión de las baterías y su conectividad con el exterior para controlar cada paquete que está montado en un coche.

Sin embargo, en 2025 tendremos un gran problema, y es que al ritmo al que avanza la demanda de litio, ni China ni el resto de países van a poder dar abasto, lo cual afectará a los vehículos más económicos de cada clase, priorizando los fabricantes las materias primas y los componentes para los vehículos de mayor margen/precio. Y es que como ya os contamos, la transición energética será un equilibrio muy delicado entre oferta y demanda de materias primas y productos finalizados.

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