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Esta batería utiliza caparazón de crustáceos y mantiene el 99% de capacidad después de 1.000 ciclos

Hace ya unos cuantos años que los investigadores están estudiando la posibilidad de usar componentes orgánicos para dar forma a las baterías del futuro. Uno de ellos es el componente que da forma a los caparazones de los crustáceos, que está logrando resultados muy prometedores en el laboratorio.

Así se ha confirmado en la publicación de un artículo por parte del investigador de la Universidad de Maryland, Liangbing Hu, que ha informado en la revista científica Matter de los avances que ha logrado con sus baterías dotadas de componentes orgánicos.

El artículo titulado «Un electrolito de quitosano y zinc sostenible para baterías de zinc-metal» analiza los trabajos realizados por el equipo con un componente como es la quitina. El principal material en los caparazones de muchos crustáceos, incluidos el cangrejo, el camarón y la langosta, y que ha sido usado para dar forma a una batería hecha con quitosano derivado de quitina y zinc.

Uno de los principales retos a superar por la tecnología era la baja eficiencia, y la rápida degradación de los ánodos y cátodos. Pero los trabajos del profesor Liangbing Hu ha demostrado un rendimiento notable, manteniendo una eficiencia coulómbica de un 99.7% después de 1.000 ciclos de carga y descarga, y una estabilidad cíclica a largo plazo, con más de 400 ciclos a 2C.

Por supuesto hay muchos datos pendientes de publicar, y de patentar, pero los responsables del proyecto indican que las ventajas de esta alternativa son muchas.

Una de ellas es su sostenibilidad, ya que el electrolito de quitosano-Zn no es inflamable y es biodegradable, lo que hace que la batería de Zn-metal sea atractiva en términos de seguridad y sostenibilidad frente a los componentes usados en los separadores actuales, formados por polipropileno y policarbonato, que necesitan cientos o  miles de años para su descomposición.

La otra es el precio. Los componentes que dan forma a esta son mucho más económicos, ya que al año se genera millones de toneladas de desperdicios de cangrejo, suficiente para abastecer la fabricación actual de electrodos.

Componentes sostenibles que servirían para un tipo de batería que apunta más en la dirección de los sistemas de almacenamiento estacionario que en la del transporte, y que como vemos, siguen su camino de cara a convertirse en alternativas comerciales.

Fuente | Matter

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