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Estas boyas están hechas con plástico reciclado, y desalinizan agua usando la fuerza de las olas

Con una población creciente, y un cambio climático impactando en la cantidad de lluvias que caen en buena parte del mundo, son cada vez más las empresas que buscan soluciones para mitigar el problema de la falta de agua dulce. Ahora, la empresa canadiense Oneka ha presentado una boya autónoma capaz de funcionar como una planta desalinizadora, y que usará solamente la fuerza de las olas como fuente de energía.

La idea es la de poner en marcha grandes parques de estas boyas para convertirse en una alternativa mucho más sostenible que las desalinizadoras convencionales. Un producto que además de ser autosuficiente en el aspecto energético, lo es también en los materiales que le dan forma.

Y es que cada unidad de esta primera generación estará formada por 170.000 botellas de plástico que han sido recicladas para formar el cuerpo de este ingenio.

Cada unidad opera de forma autónoma, estando anclada al fondo del mar en cualquier lugar con una altura de ola promedio de más de un metro. Desde ahí, aprovechan la energía de las olas y la convierten en fuerzas mecánicas de bombeo que atraen el agua de mar, y empujan alrededor de una cuarta parte a través de un movimiento inverso que alimenta un sistema de desalinización por ósmosis que da forma a una agua dulce y potable.

Una vez purificada el agua, se manda a tierra a través de tuberías de polietileno de alta densidad, utilizando para ello de nuevo solo la energía proporcionada por las olas. Por lo que hablamos de un sistema desconectado de la red.

Este primer modelo es capaz de generar entre 30 y 50 metros cúbicos de agua al día,  (entre 30.000 y 49.000 litros) suficiente para cubrir las necesidades diarias de hasta 1.500 personas.

Pero desde Oneka ya se ha confirmado que están terminando el diseño de la segunda generación, que elevará en 10 veces la capacidad de cada unidad. Un nuevo diseño que desplegará sus primeros prototipos funcionales en 2023 en un proyecto para alimentar una población de 4.000 habitantes en Nueva Escocia, Canadá.

Los sensores a bordo, alimentados por pequeños paneles solares, prueban continuamente el agua que se produce, asegurándose de que cumpla con los estándares pertinentes, por ejemplo filtrando agua para uso residencial, o para uso agrícola, en un proceso que está diseñado para ser respetuoso con el medio.

Por ejemplo, la recogida de agua salada se realiza mediante tuberías protegidas por mallas finas. Esto evita que pequeños peces, huevos o plantas sean absorbidas accidentalmente. Además, cada unidad se deshace de la salmuera separada del agua provocando un aumento de solo el 30% de la salinidad en el agua que rodea a cada boya. Una cantidad muy inferior a las grandes desaladoras. Y es que según la compañía, sus pruebas han demostrado que dentro de aproximadamente 3 metros desde cada dispositivo, ya no hay un aumento medible en la salinidad del agua.

Una forma económica, escalable y fiable de generar agua potable sin emisiones, sin necesidad de ocupar espacio terrestre, y sin tener que usar energía de la red eléctrica. Una tecnología realmente prometedora que además como hemos visto, se fabrica usando botellas de plástico que irán a parar al mar, pero de una forma totalmente diferente.

Fuente | Oneka

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