Pocas cosas son más frustrantes para el conductor de un coche eléctrico que tras buscar una estacón de carga, encontrarse esta ocupada por un coche con motor de combustión, o por un eléctrico que no está cargando. Algo que está llevando a las autoridades a tomar cartas en el asunto. Pero la situación es mucho más compleja de lo que parece y necesita medidas muy específicas.
Por un lado está la parte más clara y sencilla de abordar. La ocupación de los espacios reservados a la carga de coches eléctricos por modelos con motor de combustión. En este caso las autoridades coinciden en que al igual que el uso de forma incorrecta de espacios reservados, debe ser castigado con una multa, e incluso con la retirada del vehículo por parte de una grúa.
En este apartado el principal problema es que cada ayuntamiento aplica su propia normativa y política, desde los que ponen fuertes multas, hasta los que pasan olímpicamente del tema y se desentienden del tema por completo.
Las dificultades empiezan cuando el mal uso del espacio corre a cargo de propietarios de vehículos eléctricos.
En este apartado recordar que hablamos de espacios que deben estar señalados mediante un distintivo como «reservados para la recarga de coches eléctricos». Por lo tanto, no son plazas de aparcamiento. Solamente deben usarse para carga, y retirar el vehículo una vez terminada la sesión.
El problema es que esto no es siempre fácil de cumplir. Algunos ayuntamientos han puesto límite de tiempo para mejorar la rotación y evitar que algunos usuarios literalmente acampen sus vehículos durante horas. Por ejemplo, un límite de una hora.
La cuestión es que una hora puede ser mucho tiempo en un punto de carga rápida, o poco en el caso de un punto de carga lenta.
Aquí es donde muchos usuarios se quejan de que 60 minutos en una estación lenta puede suponer un problema que desanime a algunos interesados en dar el salto al coche eléctrico. Tiempo donde en una toma en corriente alterna típica, 11 kW, podremos recuperar entre 60 o 70 kilómetros de autonomía.
Esto nos indica que las autoridades deberían diseñar un sistema de control de los espacios de carga adaptados según sus características, tal como lo hacen con los espacios reservados para residentes, no residentes, carga y descarga…etc.
Algo que debería además hacerse con unas normas estandarizadas que eviten que el conductor tenga que estudiar la normativa de cada ayuntamiento al que se tenga que desplazar. Unas medidas similares en todos los espacios que además tengan también un rango de sanciones parecidas y consensuadas.
Pero la cosa no termina ahí, ya que luego nos encontramos con otra variable. Las sanciones de los operadores por ocupar su espacio sin recarga. La «tasa por ocupación» que cada compañía pone o no en marcha según sus criterios, así como el coste de la misma.
Por ejemplo, Tesla tiene una tasa de 1 euro por cada minuto que el cliente deje su coche conectado una vez terminada la sesión de carga. Una cantidad que para algunos puede ser mucho, para otros poca, pero que es una cifra bastante razonable.
Aquí el problema es que cada operador puede poner la cantidad que le de la gana, y es una cifra que nunca está a la vista en la cartelería de la estación. Un aspecto que puede dar pie a abusos con cifras elevadas.
Y es precisamente la señalización la parte más mejorable para las estaciones de carga públicas, principalmente las situadas en lugares como parkings, donde el cliente debe pagar tanto la recarga como el estacionamiento. Dos tarifas de las que habitualmente solo recibe información sobre el coste de la primera, siendo la segunda muchas veces una desagradable sorpresa.
