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Hasta un 40% más económicas, las baterías de sodio solo tienen un reto por delante. Escalar la producción

En la búsqueda de alternativas a las baterías de litio actuales, los desarrolladores están apostando por tecnologías como las económicas litio-ferrofosfato (LFP) y también por otras como las baterías de sodio. Una alternativa incluso más barata que las LFP, que está prácticamente lista desde el punto de vista técnico, pero que necesita dar un paso adelante crítico. Elevar su economía de escala con mayor producción.

Y es que si queremos optar a un sistema eléctrico donde las energías renovables sean las protagonistas, es fundamental contar con un respaldo para mitigar sus intermitencias y reducir la maximización de la red para mitigarlas. Algo que las baterías parecen una de las alternativas más eficientes, pero que se ven lastradas por el elevado precio y la presencia de componentes raros y polémicos, como el cobalto.

En este escenario, han emergido casi de la noche a la mañana las baterías de sodio. Ahora, la empresa norteamericana Peak Energy, ha indicado que la clave para su desarrollo está ya en la fase de su volumen de producción.

Las estimaciones de esta compañía es que las baterías de sodio tienen en torno al 30% menos densidad energética que las de litio, pero pueden ser entre un 30 y un 40% más económicas. Algo que las hace perfectas para aplicaciones como el respaldo de las energías renovables, aunque también se trabaja en su aplicación en soluciones de transporte, como motos y coches eléctricos.

Pero estas aplicaciones necesitarán que la tecnología evolucione desde el punto de vista de la densidad energética y volumétrica. Pero no así los sistemas estacionarios, que ya pueden aprovecharse de sus beneficios.

Actualmente, Peak Energy está trabajando en un proyecto dividido en tres fases: la primera fase implica la importación a Estados Unidos de celdas de sodio desde China, Europa y Norteamérica, que serán ensambladas en el mercado americano.

Una fase donde se pondrá en marcha un proyecto demostrativo a pequeña escala que se conectará a la red eléctrica a principios de 2024, y que contará con una capacidad de 3 MWh. A partir de ahí, la empresa pondrá en marcha la segunda fase, y expandirá sus instalaciones hasta llegar al objetivo de los 100 MWh dos años después, en 2026.

En la tercera fase, Peak Energy espera poder obtener todos los componentes de forma local para cada mercado. Algo que reducirá todavía más los costes, y también supondrá una menor huella de emisiones en una tecnología que además es totalmente reciclable.

Mientras tanto, Peak Energy está realizando pruebas con diferentes celdas de sodio de varios fabricantes para saber cuál es la mejor alternativa. Sin embargo, ya adelantan que sus sistemas probablemente consistirán en un ánodo de carbono duro y un cátodo de óxido en capas, polvo blanco de Prusia o polianión, en una tecnología que, como vemos, está a pocos meses de comenzar a ser una alternativa real y de volumen.

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