
¿El final del Volkswagen Golf? Cuando los datos pesan más que la pasión
El declive del Golf simboliza el fin de una era dominada por la emoción y el valor de marca. En plena transición hacia el coche eléctrico, Volkswagen apuesta por un nuevo Golf 100 % eléctrico, más racional y adaptado a los nuevos tiempos, pero con el difícil reto de mantener su identidad y con una llegada extremadamente tardía.

Hay señales de preocupación en Volkswagen, y es que durante décadas, el Golf fue mucho más que un coche: fue un fenómeno cultural, una vara de medir, el punto de equilibrio entre aspiración y racionalidad. Pero los tiempos cambian, y con ellos las prioridades. En Wolfsburgo, donde se inició su producción, se respira incertidumbre. Las cifras no mienten: de más de un millón de unidades producidas en 2015 a apenas 250.000 previstas para este año. La caída es tan real como simbólica.
Lo más inquietante no es el descenso en sí, sino lo que representa. El Golf ya no es el coche que todo el mundo quería tener. Hoy, en un mercado dominado por la transición al coche eléctrico, lo emocional pierde peso frente a lo tangible. Autonomía, eficiencia, software, servicios de conectividad y carga. Las prioridades del cliente han cambiado, y con ellas, el valor de marca tradicional se diluye. ¿Y qué modelo es más dependiente del valor de marca que el Golf?
El Golf sigue siendo el coche más matriculado en Alemania, pero su dominio ya no es incuestionable. Modelos hermanos como el T-Roc o el Tiguan le pisan los talones mes a mes. Incluso en ciertos momentos, competidores como el Opel Corsa logran superarlo. Lo que antes era impensable hoy ocurre con relativa frecuencia. En la era de los datos, las emociones duran menos.
La decisión de trasladar la producción del Golf a México a partir de 2027 no es un simple movimiento logístico. Es un símbolo. La sede de Volkswagen se prepara para fabricar exclusivamente coches eléctricos. Wolfsburgo, ciudad emblema del coche térmico europeo, se reconvierte para acoger una nueva era basada en plataformas como la SSP y vehículos sin alma de combustión. Ironías del destino: el Golf volverá… pero eléctrico, y en otro cuerpo. Puede incluso que con otro nombre. Ni en Volkswagen lo saben todavía.
El llamado a recoger el testigo es el próximo Golf eléctrico, previsto para lanzarse en 2028 o 2029. Basado en la nueva arquitectura SSP (Scalable Systems Platform), el modelo promete conjugar el legado del compacto con las exigencias del nuevo mercado: más de 600 kilómetros de autonomía, carga ultrarrápida y un ecosistema digital completo. Volkswagen quiere que el «ID. Golf», como podría llamarse, no sea solo una adaptación eléctrica, sino una reinvención total del concepto.
Sin embargo, la tarea no será sencilla. El nuevo eléctrico deberá enfrentarse a una clientela mucho más crítica, con duros rivales como Tesla, BYD, Hyundai, Stellantis…etc, capaces de ofrecer esas prestaciones ahora. Tres o cuatro años antes que Volkswagen. Y en la era donde el valor de marca se está diluyendo, lanzar un Golf eléctrico a finales de la década parece una pérdida de tiempo absoluta. Lo parece.
Volkswagen no solo tendrá que convencer desde los números, sino también recuperar parte de la identidad emocional que hizo del Golf un icono. En ese equilibrio entre lo racional y lo pasional se juega no solo el futuro del Golf, sino también el de Volkswagen en la era postcombustión. Una era donde lo racional y lo pasional ha pasado a un segundo plano.