
El fin del motor de combustión: ¿han alcanzado los fabricantes su objetivo?
Alemania quiere suavizar el veto al motor de combustión previsto para 2035 y lo ha pedido formalmente a la Comisión Europea. Los grandes fabricantes germanos aplauden el giro mientras los expertos alertan de sus riesgos.

Hace apenas unas semanas, la coalición de gobierno en Alemania selló de forma oficial su intención de pedir a Bruselas aliviar el calendario que prohíbe la venta de coches con motor de combustión a partir de 2035. Una idea que lleva tiempo sobre la mesa, pero que hoy se ha materializado con un movimiento claro con la petición formal a la Comisión Europea que también se permitan, más allá de esa fecha, los híbridos enchufables y los eléctricos con extensor de autonomía.
Este viraje no es casual. Desde hace meses, los grandes fabricantes alemanes han trabajado intensamente para frenar el veto absoluto al motor térmico. Lo han hecho mientras presentaban nuevos coches eléctricos en ferias como el Salón de Múnich, pero con la otra mano pedían una corrección de rumbo a Bruselas.
BMW, Mercedes y Volkswagen se han movido en esa dirección, cada uno con su propio enfoque, pero con un mensaje de fondo común: prohibir todo lo que no sea eléctrico puro es un error estratégico.
BMW, Mercedes y Volkswagen piden flexibilidad total

Especialmente tajante ha sido Oliver Zipse, jefe de BMW, que siempre ha defendido la “neutralidad tecnológica” como vía para una transición más realista. Aunque BMW y su filial Mini han ganado más cuota de mercado en coches eléctricos que muchos de sus rivales, Zipse mantiene que fijar una fecha límite para dejar de vender térmicos es un desastre anunciado.
En palabras del propio grupo: “Con la regulación actual de CO₂, la Comisión Europea ignora la realidad del mercado y pone en riesgo el empleo y la competitividad de una de sus industrias clave”. Desde Mercedes, Ola Källenius ha llegado a advertir en una carta interna del riesgo de colapso del mercado europeo si no se rectifica el rumbo. Y desde la patronal VDA, su presidenta Hildegard Müller celebró el paso dado por el Gobierno alemán como “una buena noticia” para el sector.

Detrás de este movimiento hay un temor evidente: no cumplir con los objetivos de emisiones fijados por la UE. Aunque el mercado chino sigue creciendo con fuerza en coches eléctricos, en Europa la demanda se está quedando muy por debajo de lo esperado. Esto ha obligado a las marcas alemanas a revisar sus previsiones a la baja en varias ocasiones este año.
A la baja demanda se suma otro factor estructural: la infraestructura de recarga avanza demasiado despacio en muchos países europeos. Y en Alemania, además, el precio de la electricidad sigue en niveles que hacen que muchos clientes se lo piensen dos veces antes de dar el salto a un coche eléctrico.
El papel de los trabajadores y la tensión con Bruselas

La presión no solo viene de las marcas. También desde el lado sindical se pide una relajación del calendario. El responsable de IG Metall en Baviera, Horst Ott, ha respaldado esta petición, aunque con condiciones: los fabricantes deben aprovechar el margen de tiempo extra para garantizar los empleos en las plantas alemanas. Porque una cosa está clara: que Bruselas ceda no implica necesariamente que los puestos de trabajo vayan a mantenerse en Alemania.
No todo el mundo, sin embargo, aplaude el giro. Expertos como Stefan Bratzel advierten de los riesgos de lanzar mensajes contradictorios a los compradores. “Revisar o diluir los objetivos genera el efecto contrario: confusión y parálisis entre los consumidores, que prefieren esperar y seguir usando su coche viejo”, explica.
La UE decidirá en diciembre

Lo que ocurra en los próximos días será clave. La Comisión Europea ha recibido múltiples peticiones de revisión, no solo desde Alemania. Según fuentes comunitarias, se están evaluando diferentes escenarios, pero aún no hay una decisión definitiva.
Todo apunta a que el 10 de diciembre se presentará un primer borrador. Una de las opciones que se barajan es permitir ciertas excepciones al veto del motor de combustión para particulares, mientras se endurecen las exigencias para las flotas comerciales, que representan una parte muy importante de las matriculaciones, sobre todo para marcas como BMW, Audi o Mercedes.
Una prohibición que está todavía lejos en el tiempo, pero que se ha convertido en una pesadilla para los fabricantes tradicionales incapaces de seguir el vertiginoso ritmo de evolución de los chinos, y que parece que se han rendido y buscarán explotar lo que quede del motor de combustión.


