
Tu coche eléctrico puede alimentar tu casa, pero algunas marcas no te dejan
La carga bidireccional permite que los coches eléctricos alimenten hogares o devuelvan energía a la red. Aunque la tecnología ya existe, muchos fabricante siguen sin habilitarla. Su adopción podría acelerar el fin de los combustibles fósiles.

El coche eléctrico no solo ha transformado la movilidad. También ha traído consigo una batería sobre ruedas con un potencial gigantesco. No solo para movernos sin emisiones, sino en muchos casos poder alimentar dispositivos e incluso viviendas con la capacidad de su pack. Pero mientras algunos fabricantes comienzan a abrir la puerta a ese nuevo paradigma energético, otros, como Tesla, siguen cerrándola con llave.
Las aplicaciones de la carga bidireccional son muchas. Desde usar la batería como respaldo de la vivienda cuando hay un apagón, o simplemente sacar el máximo partido a la producción de una instalación fotovoltaica, acumulando los excedentes en la batería del coche y usándola cuando no hay generación solar, y evitar en la medida de lo posible el uso de la electricidad de la red. Principalmente en las horas de tarde-noche, cuando la solar deja de aportar y entra en juego el gas para dar respaldo, lo que eleva los costes y las emisiones.
¿Y si los coches eléctricos también alimentaran nuestras casas?

Aquí entra en juego la carga bidireccional, una tecnología que permite no solo cargar un coche eléctrico, sino también descargar su batería para alimentar un hogar o incluso devolver energía a la red eléctrica. Se la conoce como vehicle-to-load (V2L), vehicle-to-home (V2H) o vehicle-to-grid (V2G), según el tipo de aplicación.
- V2L permite alimentar pequeños dispositivos o herramientas directamente desde el coche.
- V2H transforma al coche en una batería doméstica móvil, alimentando la casa cuando no hay producción solar.
- V2G permite al coche devolver energía a la red en momentos de alta demanda, ayudando a equilibrar el sistema eléctrico.
Una batería doméstica típica tiene unos 10 kWh de capacidad. Pero muchos coches eléctricos superan los 50 o 60 kWh, e incluso llegan a los 70. Suficiente para mantener una vivienda media durante varios días.
El problema es que la mayoría de fabricantes aún no habilitan esa función, especialmente Tesla, cuyo sistema eléctrico no permite exportar energía salvo en el caso de la Cybertruck.
V2G: el potencial es inmenso, pero las barreras siguen en pie

Si se implementara la carga bidireccional a gran escala, se podría cerrar antes muchas centrales térmicas de carbón y gas. Y es que a pesar de que los coches eléctricos son minoría en nuestras carreteras, se estima que hay unos 270.000 entre eléctricos e híbridos enchufables, o unos 150.000 turismos eléctricos puros. La capacidad media de batería de estos coches suele estar entre 50 kWh y 60 kWh, lo que supone un potencial acumulado de unos 9 GWh de acumulación. Y esto en la primera fase de despegue de la tecnología, donde la cuota de venta ha sido mínima.
El gran reto está en las barreras regulatorias, técnicas y comerciales. Para que el coche pueda alimentar la casa o la red, es necesario contar con cargadores bidireccionales, que pueden costar varios miles de euros, y con coches compatibles. Y aquí es donde muchos fabricantes se muestran reacios, temiendo problemas de garantía o desgaste prematuro de las baterías.
Pese a todo, algunas marcas ya han dado el paso. Mientras Tesla se resiste, otras están apostando claramente por esta tecnología, conscientes de que los consumidores pronto empezarán a exigirla como parte de las prestaciones estándar de un coche eléctrico.
Una oportunidad que no debería desaprovecharse

Para los usuarios resulta frustrante saber que su coche tiene una batería que podría alimentar su casa durante días, pero no puede usarla. La paradoja es aún mayor si se considera que esa energía procede en gran parte de fuentes renovables como el sol.
La carga bidireccional es, según los expertos, una de las grandes piezas que faltan en el puzle de la transición energética. Permitir que millones de baterías móviles apoyen al sistema eléctrico nacional no solo aliviaría la presión en momentos críticos, sino que aceleraría el cierre de las plantas más contaminantes.
Pero para que esto ocurra, hacen falta dos cosas: la voluntad de los fabricantes y el respaldo claro de los gobiernos. De lo contrario, el enorme potencial de los coches eléctricos como parte activa del sistema energético podría desperdiciarse durante años.