Entre los objetivos de la Unión Europea para lograr la reducción de las emisiones en las ciudades del continente se encuentra reducir en un 50% el uso de vehículos con motor de combustión para el año 2030, y la total eliminación de los sistemas de transporte de mercancías que generen CO2 de las ciudades antes del 2050.
Pero para lograr los objetivos de movilidad urbana fijados en su estrategia sobre transporte la UE tiene que plantear alternativas de movilidad, y entre estas una de las más importantes serán los coches eléctricos, que nos permitirán seguir disfrutando de un modelo de movilidad urbana pero reduciendo las enormes cifras de contaminación que existen en estos momentos en las grades ciudades europeas, donde los niveles de partículas en suspensión está alcanzando un grado más que preocupante.
Se trata de un plan con carácter de urgencia si atendemos a las estadísticas que nos indican que para el 2050 más del 70% de la población europea vivirá en las grandes ciudades, una cuestión que de no tomar medidas urgentes podría derivar en graves problemas de salud pública que supondrán enormes gastos médicos para los estados, unos gastos que se podrían evitar en gran medida invirtiendo en políticas para la reducción del uso de los coches con motor de combustión en las ciudades.
En este aspecto los vehículos eléctricos ofrecen una alternativa casi perfecta, ya que a pesar de sus actuales limitaciones y la poca infraestructura de recarga disponible, estos ya nos ofrecen un rendimiento que puede cubrir las necesidades de millones de personas, una cuota de mercado que irá incrementándose según se desarrolle la tecnología y bajen los precios, pero cuya agilidad de despliegue dependerá en gran medida de las políticas para su promoción por parte de los diferentes gobiernos.
Sin duda las ayudas públicas juegan un papel primordial en este aspecto, pero también podemos añadir la aplicación de un sistema mucho más simple y efectivo que el actual, así como campañas publicitarias explicando lo que puede y no puede hacer un coche eléctrico, y por supuesto, una mayor inversión en I+D+I que nos permita contar con tecnología propia en un futuro no muy lejano.
Lo que está claro es que el coche eléctrico es una pieza fundamental en el desarrollo social y económico de la Unión Europea, un mercado tremendamente dependiente a nivel energético, al mismo tiempo que cuenta con un ilimitado potencial a la hora de desarrollar energías alternativas, un sector que según la UE podría crear más de 1.5 millones de puestos de trabajo para el 2020.
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