En Alemania apenas se han vendido 6.051 coches eléctricos el pasado año. Un 0.2% de cuota de mercado, que nos muestra que la demanda es todavía extremadamente débil.
Dos han sido las principales razones. La primera es la falta de una oferta por parte de los fabricantes nacionales, algo que este año se está solucionando con la llegada de modelos como el Golf eléctrico, o el Mercedes Clase B ED. Pero hay otra razón, y es la falta de puntos de recarga para coches eléctricos
Según los fabricantes, son muchos los compradores que abandonan los concesionarios sin cerrar la compra, por culpa del miedo a que la autonomía no sea suficiente. Para solucionar este problema, constructores como BMW, Daimler, Porsche o Volkswagen, se han unido en torno al programa SLAM. Una iniciativa diseñada para extender una red de puntos de recarga rápida por toda Alemania.
El objetivo es lograr que para el 2017, el conductor de un coche eléctrico, en Alemania, cuente con una estación de carga rápida cada 50 o 70 kilómetros como máximo. Para ello se instalarán en dos años unos 400 puntos de recarga rápida bajo el formato CCS, que estarán localizados tanto en las grandes ciudades, como en los principales nudos de comunicación.
Otro objetivo es lograr que el cliente pueda usar estas infraestructuras sin preocupaciones de contar con la tarjeta adecuada. Según Elmar Frickenstein (Jefe de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de la experiencia de conducción de BMW).
«Nos hemos coordinado con los demás fabricantes y con nuestros socios europeos, para desarrollar normas comunes de tarificación. Después de establecer una norma común de carga rápida para Europa, esta medida nos permitirá crecer de una forma más rápida»
Por lo tanto, aunque algo tarde, parece que los alemanes han despertado, y después de comenzar a poner los coches en la calle, ahora han comenzado también a extender la otra parte imprescindible de la ecuación, la infraestructura de recarga.
Vía | zeit
