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Los coches eléctricos permiten a Noruega bajar de los 100 gramos de CO2 por kilómetro. Rozan el objetivo de Europa para 2021

record de nissan leaf

Todos por aquí sabemos de la fuerte implantación de los coches eléctricos en mercados como Noruega. Una de las excepciones que sirve para amenizar cualquier conversación sobre este tipo de vehículos. Un argumento contra los cuñados y cuñadas que nos machacan que eso no tiene futuro.

Pues como decimos, Noruega es un ejemplo. Tanto por el número de ventas, como por el ejército de medidas que han permitido llegar a esas cifras. Pero también del impacto que esto está teniendo ya mismo en elementos tan de actualidad como las emisiones contaminantes.

Según la normativa europea, para 2021 la media de emisiones de gases de efecto invernadero en la industria de la automoción, no podrá superar los 95 gramos por kilómetro para 2021. Un objetivo catalogado por muchos como exagerado e inalcanzable. Algo que obligará a los fabricantes a invertir grandes sumas para lograr reducir sus emisiones.

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Pero el pasado año Noruega ya ha rozado ese objetivo. En el sector de los turismo, la cifra se ha quedado en 100 gramos por kilómetro exactos. Una cifra que según las autoridades de tráfico noruegas se ha logrado principalmente gracias al elevado número de ventas de coches eléctricos e híbridos enchufables.

En total el pasado año se han vendido 25.788 coches 100% eléctricos, además de 7.964 híbridos enchufables. Sumados nos da que una cuota de mercado del 22.4% para los modelos con un sistema eléctrico. Una cifra realmente espectacular que no vamos a comparar con la nuestra por que nos da vergüenza.

Y 2016 empieza incluso mejor a nivel de emisiones. El pasado mes de enero las emisiones medias del parque móvil ha bajado hasta los 96 gramos por kilómetro. Una señal de que para 2021, los noruegos disfrutarán de unas cifras de emisiones ridículas, y sin necesidad de que los fabricantes hayan tenido que realizar esfuerzos especialmente titánicos.

No olvidemos que hablamos de un país productor de petróleo. si a un estado dependiente de la venta del material con el que se alimentan los coches le interesa invertir en incentivar la movilidad sostenible, ¿qué no tendría que hacer un país como el nuestro totalmente dependiente de las importaciones desde los países productores?.

La respuesta es sencilla. Copiar el sistema de Noruega, como mínimo.

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