A pesar de que comparar un punto de recarga con una gasolinera entera es algo peregrino, al menos si sirve para poner sobre la mesa una dinámica positiva que se está produciendo incluso en los mercados más complejos para el coche eléctrico. Es el caso de Dinamarca, que lo tiene todo para ser una referencia, pero que las políticas públicas han derrumbado totalmente las ventas.
Como ejemplo las matriculaciones de este 2017 que apenas suman 182 unidades, de ellas sólo 17 a particulares. Unas cifras que chocan con las 4.605 logradas en 2015, justo antes de la entrada de una nueva normativa que no sólo no daría ayudas a los eléctricos, sino que les igualaba a los convencionales a nivel impositivo.
Pero a pesar de esto, los operadores privados siguen viendo que hay un potencial latente esperando a explotar. Algo que ha permitido la expansión sin parada de una red que en este pequeño país llega ya a los 2.030 puntos de recarga públicos.
Esto ha permitido lanzar el optimista titular de que ya hay más puntos de recarga que gasolineras, que se quedan en 2028. Por supuesto, una estadística simbólica que por un lado toman puntos de forma individual, y estaciones de servicio en su conjunto.
Lo más importante es que a pesar del frenazo en las ventas, los daneses no se han detenido en la expansión de una infraestructura que antes o después será fundamental para la recuperación de las ventas. Unas ventas que si no llegan desde el lado de las ayudas, lo hará desde el de la evolución de la tecnología. Y será entonces cuando será más necesaria que nunca esta red.
Las buenas noticias es que parece que el gobierno de Dinamarca ha rectificado en su extraño movimiento del 2015, y ha puesto en marcha cambios a nivel de impuestos para los coches eléctricos. Con estas nuevas medidas, a partir del 1 de julio de este año las cargas impositivas se reducen en gran parte. Algo que se junto con el amplio número de lugares donde recargar, se espera sirva para avivar de nuevo las ventas en el segundo semestre.
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Vía | DR
