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Japón comienza a concienciarse de que el coche eléctrico es inevitable, y que traerá grandes cambios a nivel industrial

El ascenso del coche eléctrico traerá una realidad imposible de disimular. Estos contarán con sistemas más sencillos, con menos piezas, lo que tendrá un inevitable impacto en un modelo industrial del motor de combustión, que ha creado un gigantesco sistema de suministradores que se encargan de entregar las miles de piezas a las marcas. Algo que en países como Japón ya están empezando a asimilar que supondrá un duro impacto al mercado la laboral de una de sus principales industrias.

El canal Bloomberg visitó recientemente a un grupo de empresas que se dedican a fabricar piezas para marcas como Toyota. Entre los responsables de las mismas hay preocupación por la evolución de un mercado que cada vez solicita menos componentes.

Una industria que apenas ha cambiado en décadas, tal como han podido comprobar los periodistas que han podido ver las factorías desde dentro, y donde han podido ver como las piezas se fabrican utilizando maquinaria adquirida en 1971. Por lo tanto hablamos de fábricas cuyo equipamiento está a punto de cumplir en muchos casos 50 años.

El principal problema para estas factorías es que a pesar de que Japón se ha autoimpuesto un objetivo poco ambicioso, dejar de producir coches convencionales en 2050, otros mercados están afrontando este cambio mucho más rápido. Como China, que en 2025 quiere que 1 de cada 5 coches que se vendan sean eléctricos. Y así otros muchos estados a donde los japoneses exportan sus vehículos y que en pocos años quieren contar con una amplia presencia de eléctricos.

Esto será un problema para regiones fuertemente ligadas al motor de combustión como la prefectura de Aichi, donde se encuentran Toyota y cientos de proveedores. Una red de empresas que están viendo como cada día se venden más vehículos que no requieren piezas como bujías, pistones, árboles de levas, bombas de combustible, inyectores y convertidores catalíticos. Una amenaza para una buena parte de los 310,000 trabajadores que la industria del automóvil emplea sólo en Aichi. Algo que supondrá una reconversión dolorosa que acarreará pérdidas de empleo.

Pero lo peor para estas empresas está todavía por llegar. Hasta ahora su gran cliente, Toyota, había cerrado las puertas al coche eléctrico, centrando sus esfuerzos en otras alternativas como los coches a hidrógeno. Una opción de electrificar el transporte con unos vehículos que continúan demandando una importante cantidad de piezas. Una forma desesperada de mantener los puestos de trabajo.

El problema es que apenas se venden coches a hidrógeno. Es por eso que la propia Toyota ha confirmado que en 2020 arrancará su programa de coches eléctricos a batería, que contará en los años sucesivos con hasta 10 propuestas diferentes. Algo que incluye una fuerte inversión en tecnologías como las baterías con electrolito sólido, que amenaza con revolucionar el sector.

Esto provocará que las empresas suministradores tengan que luchar por un pastel cada vez más pequeño. Una batalla por desarrollar alternativas que permitan a los ganadores continuar en la lucha como en todas las tecnologías. Una cuestión de evolución o de muerte.

Renovarse o morir

Pero algunas empresas ya han empezado a ver negocio donde otros ven desgracias. Tetsuya Kimura es un ex-empleado de Toyota, que ahora trabaja en una de las empresas suministradoras del fabricante nipón. Este ha visto que la producción de componentes no ha dejado de reducirse en los últimos años. Algo que le ha llevado a buscar una alternativa, y esta ha sido la creación de una consultora que ayuda a otros fabricantes, japoneses o de fuera, a adaptarse a las nuevas tecnologías.

iSmart Technologies es un mundo diferente. Aunque comparte espacio con la veterana empresa de producción de componentes, ocupa un edificio propio. Un espacio moderno y futurista donde apenas una docena de empleados trabajan en un ambiente más parecido al de las starups de Silicon Valley.

El objetivo de Kimura es lograr que la consultora tenga tantos ingresos como la empresa de suministros. Una forma de diversificar riesgos y asegurarse un futuro en la era post-motor de combustión. Un ejemplo a seguir por otras compañías que ven con pesimismo un futuro cada vez más eléctrico.

Y es que la cosa pinta muy mal para los que no se adapten. Según los analistas alemanes del Instituto Fraunhofer de Ingeniería Industrial, sólo con un 25% de cuota de mercado el coche eléctrico supondrá una pérdida de un 9% de los empleos actuales en Alemania. Y eso incluyendo los nuevos puestos que los eléctricos podría crear.

Otros hacen un paralelismo con lo sufrido por la industria del reloj de Suiza en los años 70 y 80 con la irrupción de los modelos electrónicos. Una dura reconversión y adaptación en nuevos nichos de mercado.

Y es que el coche eléctrico supondrá menos piezas, pero también traerá nuevas oportunidades, como el desarrollo del software que controla sus sistemas, tanto motor, como climatización, gestión de la batería. Pero además puede crearse una economía de las actualizaciones, aplicaciones, así como el negocio de la recarga, que hasta ahora ha sido renegado por parte de todas las marcas escudándose en lo de que «fabricamos coches, no puntos de recarga» y que puede ser un apartado muy interesante para añadirlo en el futuro a su oferta comercial.

Vía | Bloomberg

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