Hace unos días Tesla confirmaba el final de la producción de las variantes de 75 kWh del Model S y X. Algo que supondrá que al menos de momento los interesados en la compra de un S o X tendrán que optar por la versión de 100 kWh.
Entre los motivos desde Tesla sólo se ha indicado la idea es separar la oferta del Model 3 de la de sus hermanos mayores. Y es que este es capaz de alcanzar una autonomía de 500 kilómetros con cada carga ciclo EPA, y además lo hace con un precio bastante más asequible, desde 59.100 euros en Europa, por los 91.580 euros que costaba el Model S 75D, que ofrecía 383 km bajo el mismo ciclo EPA.
A esta posible canibalización entre la gama, muchos se han lanzado a lanzar teorías del cambio poco habitual de Tesla, que ya ha realizado modificaciones similares en el pasado, pero siempre manteniendo al menos dos opciones de baterías. Algo que a partir de este pasado lunes ha dejado de suceder. Una auto competencia que no interesa a Tesla ya que ha logrado con el Model S alcanzar un elevado margen de beneficio que no quieren perder.
Las teorías
Una de las más repetidas es que Tesla está preparándose para dejar atrás las actuales celdas 18650 de Panasonic, que ha estado montando desde el inicio de sus actividades, que llevaba el veterano Roadster, y que tienen que ser importadas desde Japón. De esa forma los norteamericanos optarían por el nuevo formato 21700, con mayor densidad energética, y que son fabricadas en la Gigafábrica de Nevada.
Esto permite de un tiro matar dos pájaros. Por un lado reducen el coste logístico de traer cada vez mayores cantidades de celdas desde el otro lado del Pacífico. Al mismo tiempo se recortan los tiempos de entrega, y sobre todo el coste del kWh.
Con esta mayor densidad, también se logra facilitar el almacenar más capacidad en el mismo espacio, lo que abre las puertas a una nueva generación que será presentada este año, y que posiblemente llegue con una versión con más de 100 kWh.
De esa forma, Tesla lograría gracias a la mayor densidad energética aumentar la autonomía del modelo de 100 kWh, e incluso lanzar una versión con 120 o 125 kWh, e incluso podría optar por poner en marcha un buque insignia dotado de dos packs de 100 kWh cada uno situado uno encima del otro, y que le proporcionarían 200 kWh y una autonomía EPA cercana a los 1.000 kilómetros. Un verdadero golpe sobre la mesa que coincidiría con el despliegue de las propuestas de los fabricantes tradicionales.
Cambio de denominaciones. Desde el inicio de las ventas, Tesla ha estado usando la capacidad de las baterías para nombrar a cada versión. 70, 75, 85, 100…algo que no ha terminado de gustar a Elon Musk, que con el Model 3 ha puesto final a este tipo de denominaciones. Algo que se especula podría extenderse a unos Model S y X que con la próxima renovación pasarán también a nombrarse al estilo del 3, Standard, Mid Range, Long Range…
Renovación a la vista. Con un Model S lanzado en 2012 en Estados Unidos, en 2013 en Europa, y que sólo ha vivido un restyling en 2016, parece más cerca que nunca el cambio de generación. Es por eso que Tesla está preparando el terreno eliminando la versión más económica, para reducir las opciones a modificar en su gama.
Una nueva versión que verá la luz este año, y que posiblemente llegue al mercado en 2020 con importantes novedades tanto en diseño, como sobre todo en el apartado técnico. Nuevos sistemas de propulsión más eficientes, baterías con celdas 21700 en todas las versiones, recarga ultra-rápida para los Supercargadores de tercera generación, compatibilidad con CCS Combo, Autopilot 3.0…etc.
A todo esto podríamos sumar la llegada de los nuevos modelos, Model Y, Semi, Pick-up, Roadster, que necesitarán un espacio y un suministro de baterías que tendrá que dividirse entre cada vez más modelos.
Rumores y teorías que por suerte no habrá que esperar mucho para saber cuales son reales, y cuales sólo un sueño que no se cumplirán…de momento.
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