Hace siete años llegaba al mercado el Tesla Model S. Una berlina eléctrica que ha cambiado las reglas del juego, llevando a toda la industria a un nuevo nivel después de unos años en los que la imagen de este tipo de vehículos se asociaba más a los carritos de golf que a un modelo con más de 400 CV de potencia y 500 km de autonomía.
Además de sus características físicas y técnicas, el Model S también ha logrado llevar las cifras de ventas a niveles bastante elevados. Y eso a pesar de que hablamos de un modelo de coste elevado acostumbrado a cifras de ventas muy bajas. Durante este tiempo Tesla ha logrado entregar nada menos que 260.000 unidades en todo el mundo, y sobre todo ha logrado desarrollar su propia tecnología. Un valor añadido que muy pocas veces es tenido en cuenta.
Y es que no olvidemos que Tesla lleva nada menos que 15 años evolucionando sus motores eléctricos. Desde la era donde preparaban el primer Roadster, hasta ahora, han conseguido mejorar de forma paulatina sus prestaciones a nivel de potencia y consumo. Algo que tiene como resultado el motor del Tesla Model 3, que permite a esta berlina colocarse como uno de los modelos más eficientes del mercado, a la altura del Hyundai IONIQ.
También han logrado poner en marcha su propia fábrica de baterías, que alimenta una demanda que no para de aumentar en cada ejercicio. Un aspecto el de las baterías en el que Tesla no se limita a comprar celdas a Panasonic, sino que también participa en los procesos de desarrollo, lo que les permite lograr un producto perfecto para sus productos, ya sean coches, o baterías de respaldo.
Mientras tanto los famosos Teslakillers apenas están comenzando a asomar la cabeza. Algo que se produce como vemos siete años después. Y además lo hacen con unas propuestas que en el aspecto técnico siguen estando por detrás de Tesla.
El Model S y el Model 3 continúan sin respuesta por parte de la industria, por lo que tienen por delante otros dos o tres años más para seguir mejorando su propuesta. Algo que les dará todavía más ventaja cuando las marcas tradicionales hagan su aparición. Si se han lanzado a cubrir el pujante mercado de los todocaminos, con los Audi etron, Mercedes EQC como los primeros rivales directos de Tesla.
Pero a primera vista parece que estamos ante dos modelos que en el aspecto mecánico y tecnológico a pesar de llegar cuatro años después del Model X, siguen por detrás de este en aspectos como la eficiencia. El Audi etron con sus 95 kWh logra 417 km bajo el ciclo WLTP, un 17% menos que el Tesla Model X. Por su parte el Mercedes EQC con sus 80 kWh cuenta con un sistema algo más eficiente que le permiten sacar mayor partido a sus apenas 80 kWh, con los que logra 416 km bajo el ciclo WLTP.
Y eso que hablamos de un Model X que a pesar de sus actualizaciones, es un coche que lleva en el mercado sin apenas cambios desde 2015, y que en breve recibirá un cambio generacional. Algo que aumentará todavía más la diferencia respecto a las propuestas de Audi o Mercedes.
Una ventaja que será muy difícil de igualar a corto plazo por los fabricantes tradicionales, que además de desarrollar vehículos competitivos, tendrá que reforzar aspectos como la conducción autopilotada, las redes de carga, a lo que podemos sumar la cuestión del suministro de batería, que como vemos está convirtiéndose en un problema que necesitará una ingente cantidad de dinero y tiempo para solucionarse.
Algo en lo que Tesla también lleva una clara ventaja.
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