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Los SUV con motor de combustión son la segunda mayor causa del aumento de emisiones de CO2 en el mundo

En los últimos años estamos viendo una verdadera explosión en la demanda dentro del segmento SUV. Una tendencia que ha llegado a Europa algo más tarde que a Estados Unidos, pero que se extiende como la pólvora incluso en el mercado de China, amante hasta ahora de las berlinas. Algo que está teniendo como consecuencia la venta de coches con mayor consumo, y mayores emisiones.

Según un análisis de la Agencia Internacional de la Energía, la creciente demanda de SUV diésel, gasolina e híbridos, ha convertido a este segmento en el segundo mayor contribuyente al aumento de las emisiones globales de CO2 entre 2010 y 2018. En ese período, los todocaminos duplicaron su cuota de mercado mundial, pasando del 17% al 39%. Algo que ha empujado al alza también sus emisiones,  que se han visto incrementadas en 700 megatoneladas de CO2, más que las emisiones totales anuales del Reino Unido y los Países Bajos juntos.

Esto coloca a los SUV como el que mayor aumento de emisiones ha tenido, exceptuando a la industria de la energía, colocando a estos vehículos por delante de la industria pesada, incluyendo el hierro, el acero, el cemento y el aluminio, así como a sectores como la aviación y el transporte marítimo.

El motivo está claro, y es que hablamos de vehículos habitualmente más grandes, más pesados, con una pobre aerodinámica, lo que tiene como resultado unas mayores emisiones.

Según Laura Cozzi, representante de la Agencia Internacional de Energía. «Nos sorprendió mucho este resultado. El reciente cambio hacia los SUV ha compensado tanto las mejoras de eficiencia en vehículos más pequeños, como también el ahorro logrado por la llegada de los vehículos eléctricos al mercado.»

El informe de la IEA muestra que a medida que las ventas de SUV han crecido, las emisiones procedentes de los vehículos han aumentado más de cuatro veces en ocho años. Incluso llegan a la llamativa conclusión de que si los conductores de todos los SUV se reuniesen en una nación, estarían en el séptimo lugar del mundo en emisiones de CO2.

El principal problema es que el situación lejos de mejorar, parece que irá a peor. La inclusión de cajas de cambio de doble embrague, más pesadas, así como el añadido de múltiples elementos tecnológicos, como cámaras y sensores, con los correspondientes sistemas de cableado, hará que los vehículos sean cada vez más pesados. Algo que agravará la situación.

Y es que como hemos podido ver, fabricantes como Volkswagen esperan poder financiar parte de su enorme inversión en el coche eléctrico aumentando de forma drástica sus ventas de SUV diésel y gasolina, que esperan pasen de una cuota de ventas del 23% lograda en 2018, al 40% en 2020. Un aspecto que podemos extender a la práctica totalidad de las grandes marcas.

Opinión

Una tendencia que como vemos tiene graves problemas consecuencias, pero que no depende sólo del empuje publicitario de las marcas por unos productos más caros y rentables, sino también tiene su cuota de culpa un mercado que adquiere ese tipo de vehículos simplemente por estar de moda.

Son pocos los SUV que salen del asfalto, mientras que la justificación de un vehículo más amplio ya se lograba con los vehículos con configuración familiar, o con los monovolúmenes. Dos opciones que han sido devoradas por los más atractivos SUV, pero que como vemos una tendencia que tiene graves consecuencias en el aspecto medioambiental.

Fuente | IEA

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