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Mitsubishi niega haber manipulado las emisiones de sus motores diésel

Hace apenas una semana la fiscalía alemana anunció que estaba investigando al fabricante japonés Mitsubishi por supuestamente haber manipulado las emisiones contaminantes de algunos de sus motores diésel. Los investigadores registraron el martes 10 de enero las oficinas de Mitsubishi y de algunos de sus proveedores en Frankfurt, Múnich y otras zonas de Alemania.

Los modelos investigados estaban dotados de los motores diésel 1.6 y 2.2 de cuatro cilindros. Aparentemente, Mitsubishi programó los vehículos para que durante las pruebas de homologación cumplieran con las normativas de emisiones, algo que luego no ocurría en conducción normal. A raíz de esto, los fiscales alemanes han pedido que los clientes afectados se presenten como testigos en el caso.

Sin embargo, ahora Mitsubishi ha declarado que no hay ninguna razón para creer que haya cometido un fraude. En un comunicado emitido el pasado jueves, el fabricante japonés ha afirmado con rotundidad que ninguno de los motores que fabrica y monta en sus vehículos está equipado con dispositivos para falsear las pruebas de homologación.

En dicho comunicado, Mitsubishi ha hecho saber que realizará su propia investigación y cooperará con los fiscales alemanes. Además, la firma ha añadido que los motores diésel 1.6 señalados por las autoridades eran suministrados por el grupo PSA (Peugeot-Citroën), el cual se ha defendido a través de un portavoz que ha afirmado que dicho propulsor cumple con la homologación pertinente en todos los mercados en los que se ofrece.

Tras el escándalo Dieselgate de 2015, en el cual se descubrió que el grupo Volkswagen había empleado un dispositivo para falsear las emisiones contaminantes de numerosos vehículos diésel durante las pruebas de homologación, han sido muchos los fabricantes acusados de prácticas semejantes. De hecho, Mitsubishi no ha sido la última en ser acusada de un movimiento similar, pues hace apenas unos días las alarmas saltaron por culpa de Jeep y Suzuki, pues tanto el Grand Cherokee como el Vitara (cuya versión diésel no se vende desde que el vehículo recibió su restyling de mitad de ciclo) incumplían las normativas de emisiones europeas.

Aparentemente, tanto FCA (FIAT-Chrysler, matriz de Jeep) como Suzuki emplearon «estrategias prohibidas» para hacer que las emisiones de NOx de sus vehículos fueran inferiores en las pruebas de homologación a las emisiones reales en carretera. Jeep desarrolló un nuevo software para solucionar el problema, aunque se verá obligada a llamar a revisión a todos los Grand Cherokee afectados para actualizarlos, mientras que Suzuki por el momento no ha dado con ninguna solución. Aparentemente, el motor diésel empleado por el Vitara era también de origen FCA.

Fuente | Automotive News Europe

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