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El Congo paraliza la exportación de cobalto y expone los riesgos de su dependencia para fabricar baterías

Hace pocos días la República Democrática del Congo ha confirmado que paralizaba la exportación de varios de los recursos que se extraen de sus tierras. Uno de ellos es el cobalto, fundamental para la producción de muchas de las baterías que llevan los coches eléctricos que se venden en Europa. Algo que pone sobre la mesa no solo la cuestión humanitaria de su extracción, sino también el riesgo económico que supone la dependencia de un productor casi exclusivo.

Según los datos disponibles, en 2019 la producción de cobalto llegó a las 140.000 toneladas métricas globalmente. De esas, 100.000 Tm salieron del Congo, siendo el segundo clasificado Rusia con apenas 6.000 toneladas métricas. Algo que nos muestra de una forma gráfica la peligrosa dependencia de único productor.

De momento no se sabe si este movimiento del gobierno de Kinsasa es de nuevo un intento por aumentar los costes, algo que ya se ha producido en anteriores ocasiones con la adicción de nuevos impuestos, o la búsqueda de aumentar la inversión de las compañías en el país para lograr que además de extracción se realicen también procesos como el refinado. Algo que conllevaría no sólo grandes inversiones sino que además estas necesitarían tiempo para ponerse en marcha.

productores cobalto nivel mundial
Productores cobalto nivel mundial 2019

Oportunidad para las baterías libres de cobalto

Esta crisis puede ser una oportunidad para los fabricantes que han apostado por las tecnologías libres de cobalto. Sistemas con una menor densidad energética, pero que han ido evolucionando en los últimos años hasta lograr cifras que las convierten en una alternativa viable.

Por ejemplo, en la actualidad las celdas NCA/Si–C que Panasonic fabrica para Tesla logran una densidad de 260 Wh/kg en celda, todo en una química con un 80% de níquel, 10% de cobalto y 10% aluminio. Una dependencia del cobalto que se ha reducido en los últimos años pero como vemos sigue siendo un potencial problema.

En el otro lado las baterías libres de cobalto, como las litio-ferrofosfato (LiFePO 4) cuentan en la actualidad con una densidad energética de unos 150 Wh/kg. Pero en el horizonte ya están muy cerca de llegar al mercado nuevos diseños que prometen disparar estas cifras.

Por ejemplo la china Guoxuan, participada entre otros por el Grupo Volkswagen, ha confirmado que ya trabajan en el inicio de la producción de sus nuevas baterías LFP cuyo objetivo es llegar a los 260 Wh/kg en 2022.

Si tenemos en cuenta que habitualmente las cifras que nos indican es en celda, luego hay que contar con las pérdidas al meterlas en el pack, esto nos indicaría que en dos años las baterías de litio-ferrofosfato podrían alcanzar unas cifras similares a las de litio actuales más punteras, en torno a los 220 Wh/kg.

Sin duda un punto de inflexión para lograr unas baterías más sostenibles, que podrán ser producidas íntegramente en Europa, e incluso más fáciles de reciclar, lo que aumentará su sostenibilidad en un momento donde la demanda de recursos para realizar la transformación de nuestra movilidad está aumentando de forma importante.

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Fuente | Roskill

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