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Los fluidos refrigerantes serán clave a la hora de mejorar la eficiencia de los coches eléctricos

Los coches eléctricos han revolucionado el mundo de la automoción en multitud de aspectos: poseen una tecnología diferente y se fabrican siguiendo un proceso de fabricación algo distinto al de los coches con motor a combustión. La manera de «repostar», el diseño de los neumáticos, el estilo de conducción… Básicamente, en mayor o menor medida, todo es diferente.

Tradicionalmente, para refrigerar un motor de combustión se ha empleado un líquido refrigerante compuesto por una mezcla de agua y anticongelante. Junto al refrigerante, diferentes aceites se usan para lubricar el motor, caja de cambios o transmisiones. En algunas ocasiones, este aceite lubricante también aporta un cierto grado de refrigeración sobre el componente.

Sin embargo, los coches eléctricos son diferentes. Al prescindir por completo de la combustión, no existen altas temperaturas por las que preocuparse, pero la necesidad de un sistema de refrigeración efectivo sigue estando presente.

Los motores y toda la electrónica de potencia requieren, más que de un sistema de refrigeración, de un sistema de gestión térmica que maximice la eficiencia del vehículo. Habrán momentos en los que el vehículo necesite generar calor y otros en los que necesite evacuarlo. A medida que los coches con motor de combustión van desapareciendo de los centros de investigación, las empresas dedicadas al sector de los lubricantes y la refrigeración ponen su vista en la nueva era eléctrica.

Una de las compañías que más se está centrando en desarrollar un refrigerante específico para coches eléctricos es Petronas. Su nueva gama de refrigerantes, conocida como gama Iona, mejorará la eficiencia del vehículo, cuya consecuencia principal es que dicho vehículo dispondrá de una autonomía superior.

Refrigeración directa vs indirecta

Hasta hace unos años, la refrigeración empleada en los coches eléctricos ha sido la denominada indirecta. Este método consiste en concentrar todo el calor de una región determinada en un intercambiador de calor (generalmente de aluminio), por el cual circula el refrigerante y evacúa el calor. Este método resulta bastante ineficiente, ya que no todo el calor puede ser evacuado.

No obstante, cada vez es más frecuente encontrar vehículos que cuentan con refrigeración directa. Este tipo de refrigeración supone poner en contacto directo al refrigerante con los componentes que deben ser refrigerados. Para que la refrigeración directa sea posible, el fluido empleado para la misma debe ser dieléctrico (no debe ser capaz de conducir electricidad).

El principal problema a la hora de implementar la refrigeración directa se encuentra en la unidad propulsora, las cuales cada vez están mas integradas. Por lo tanto, el refrigerante debe ser capaz de refrigerar el motor y la electrónica, pero también lubricar la transmisión. 

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Fuente | Autocar

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