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Investigadores de la NASA y UCF idean un carrocería supercondensadora, más autonomía y potencia sin añadir peso

Los científicos pueden lograr tremendos avances si tienen tiempo y dinero. Desde Estados Unidos nos llega una investigación en tecnología de materiales que puede ser muy beneficiosa para el auge del coche eléctrico, una vez se valide del todo. De momento es una tecnología experimental. Se trata de un material compuesto por fibra de carbono y nanoestructuras de grafeno con propiedades muy interesantes.

Investigadores de la Agencia Norteamericana del Espacio (NASA) y la Universidad de Florida Central (UCF) están probando un prototipo de una carrocería con propiedades de supercondensador en un coche de juguete. El objetivo de esta investigación es lograr que la propia carrocería del vehículo sea a su vez una batería.

La carrocería-batería recupera energía tanto con enchufes como con la frenada regenerativa, acumulándola para dar asistencia al motor eléctrico. Al ser supercondensadora, puede entregar mucha potencia en poco tiempo, lo que acaba teniendo un impacto positivo en la autonomía del 25% adicional. En un vehículo que hiciese 381 kilómetros, podría hacer 80 km más con esta tecnología. Además, soporta 10 veces más ciclos de carga y descarga que una batería estándar.

En este vídeo podemos ver que un coche de juguete se alimenta de la energía obtenida de su «carrocería». ¿En qué estado de madurez se encuentra esto? En un nivel 5/10, viabilidad en maquetas a escala. El paso siguiente es comprobar su viabilidad en un entorno real. La viabilidad comercial sería el último paso, y eso ya incluye que sea rentable su producción y venta.

Otros atributos nada despreciables de este material compuesto es su ligereza, más liviano que acero y aluminio, y también es más resistente que el acero, por lo que puede aguantar impactos de cierta severidad. El material ni es tóxico ni es inflamable, por lo que no añadiría riesgos a la seguridad. Queda como asignatura pendiente su reparabilidad, que la fibra de carbono lleva mal las colisiones.

Las aplicaciones van más allá de la automoción: naves espaciales, aeronaves, drones, dispositivos «vestibles», etc.

Pensando a largo plazo, este material es prácticamente ideal para coches eléctricos: los hace más ligeros -aumenta la autonomía- a la vez que aumenta la capacidad de carga, permite usar químicas más «perezosas» en las baterías normales para los picos de potencia, y dado que se compone de mucho carbono, suena interesante como sumidero de CO2. ¿Dónde estará la pega?

Enlace | Universidad de Florida Central (UCF)

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