A cortísimo plazo, la única forma de reducir las emisiones de los barcos mercantes es con biocombustibles, y solo de forma parcial, por lo que no hace falta hacer cambios en los motores convencionales. La empresa minera Rio Tinto está llevando a cabo una prueba con biocombustible suministrado por la petrolera BP en una de sus naves, el RTM Tasman, abanderado por Singapur.
Ya se efectuó una primera carga de biocombustible B30 en el puerto de Rótterdam en marzo, de donde partió la nave hasta recibir una carga de mineral de hierro en Sept-Îles, en el Quebec canadiense, ya en abril. El 13 de junio llegará a China con un cargamento de minerales. Entendemos que no tuvo ningún problema, ya que ambas empresas han acordado probar el biocombustible durante un año y de paso descarbonizar un poco la actividad de Rio Tinto en sus viajes transatlánticos y transpacíficos.
Esta prueba es una de las más largas que se hayan llevado a cabo en este campo. Rio Tinto aprovechará la experiencia para perfilar su estrategia de descarbonización. De momento prevé que en 2030 cuenten con barcos de cero emisiones netas y que en 2050 su actividad esté libre de emisiones. Es un primer paso, pero menos es nada.
El biocombustible marino B30 se compone de un 70% de gasóleo convencional con bajo contenido en azufre (VLSFO) y un 30% de ésteres metílicos de ácidos grasos (FAME). La reducción de emisiones que permite el B30 es del 26% del pozo a la hélice, algo más de la cuarta parte, que sigue siendo mucho en términos absolutos para un barco.
El FAME es un combustible de reemplazo cuando va mezclado, no hace falta tocar la mecánica. Se compone fundamentalmente de aceites reciclados de cocina y otras fuentes renovables que no han especificado. Las materias primas para la producción del FAME se suponen certificadas por su sostenibilidad de acuerdo a estándares internacionales.
Se van a analizar distintos parámetros durante la prueba, tales como eficiencia del motor, consumo de combustible, corrosión y degradación, crecimiento microbiano, cambios en la temperatura, consecuencias del cambio de combustible y estabilidad del mismo. La nave en cuestión no es muy antigua, data de 2013 y tiene una valoración de unos 37,8 millones de dólares -según MarineTraffic y Signal-.
La nave usará parcialmente biocombustible y solo en parte de sus viajes, pero se trata más de una prueba que de un esfuerzo real por reducir las emisiones
La letra pequeña de la prueba es que solo va a repostar B30 en el puerto de Róterdam, así que una vez agotado ese combustible seguirá funcionando con gasóleo marino convencional, como el trayecto que está haciendo ahora mismo. El uso de biocombustibles marinos ni está generalizado ni se encuentra precisamente en cada puerto a disposición de las navieras.
De ahí que vayan a medirse las diferencias de parámetros de usar B30 a usar B0, porque durante un año el barco usará cargas de ambos combustibles.