La informática ha resuelto innumerables problemas para la humanidad al acortar los tiempos de cálculo. Gracias a la inteligencia artificial, algunas investigaciones pueden optimizar aún más las cosas, y en el campo de los coches eléctricos hay mucho por hacer. La IA ya ha permitido acortar los tiempos de desarrollo en baterías mediante simulaciones, y permitirá optimizar los tiempos de recarga en un sentido más profundo.
Lo explicó el líder de investigación del Laboratorio Nacional de Idaho, Eric Dufek, durante la convención de otoño de la Sociedad Química de Estados Unidos: «Hemos incrementado de forma significativa la cantidad de energía que puede ir en una celda de batería en un corto espacio de tiempo». La gracia de esto es que se ha hecho sin causar apenas degradación, lo habitual cuando se apura al límite la potencia de recarga.
«Actualmente, estamos viendo ver las baterías cargar al 90% en 10 minutos, sin dañarlas», añadió Dufek. ¿Y cómo es eso posible? Mediante la IA y un proceso de aprendizaje, que puede optimizar el proceso de recarga para asegurarse que la transferencia de electrones del cátodo al ánodo no implique degradación. Si se evita la degradación, se pueden diseñar sistemas de gestión de baterías con reglas más permisivas.
El objetivo que se persigue con esta investigación es que los tiempos de recarga se acerquen todavía más a los de un vehículo de combustión interna. Todo eso implicaría una revolución respecto al paradigma actual, porque no harían falta baterías de tanta capacidad. Eso, automáticamente, implica una rebaja de los costes de fabricación de los coches eléctricos.
¿Es un problema tener 300-400 km de autonomía? No, siempre y cuando se recuperen otros 300-400 km en un corto espacio de tiempo. Ya hay muchos vehículos a gasolina con autonomías no muy superiores a esa cifra por tener depósitos un poco pequeños (como las motocicletas) o por su elevado consumo, o por las dos cosas. Así que el quid de la cuestión está en poder recargar rápido sin consecuencias negativas, aunque obviamente eso implica poder recargar aún más rápido de lo que se está haciendo ahora. Eso tiene otra clase de problemas, como el sobrecalentamiento de los cables debido a altas intensidades.
De momento, esto tardará en llegar a la calle. Los investigadores están tratando de obtener la combinación ideal de electrolitos, diseño de celdas y algoritmos de recarga para obtener elevadas velocidades sin degradación. Hará falta cambiar la forma en la que trabajan los puntos de recarga para usar estas velocidades variables en función de los parámetros de las baterías.
Vía | Kelly Blue Book