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¿Es la producción de coches eléctricos más contaminante que los de combustión? Pues depende

En los últimos años, estamos viendo como los críticos con el coche eléctrico están agarrándose como clavo ardiendo al argumento de que su producción es más contaminante que los modelos diésel o gasolina. Aunque el proceso en su tenga más impacto por la batería, la realidad es algo más compleja ya que el impacto depende del país, pero incluso la región o el propio fabricante. Algo que ha demostrado la startup norteamericana Fisker.

Podemos recordar el informe publicado en 2021 por Volvo, donde se indicaba que las emisiones de la producción de sus eléctricos pueden ser hasta un 70% más altas que los modelos de gasolina, y que se necesitarían entre 50.000 y 100.000 km para que un eléctrico compensase el exceso de emisiones de su producción.

Estas diferencias se deben principalmente a la producción de sus baterías, que requieren materias primas como el cobalto y el litio que deben extraerse en lugares como África y América del Sur antes de transportarse por todo el mundo.

Por supuesto, estas comparativas suelen ser bastante sesgadas ya que mientras que en el coche eléctrico se tiene en cuenta desde el momento que se extraen las materias primas de la producción de sus baterías hasta su ensamblado, en el caso de los de combustión no se aplica todo el impacto de la extracción, transporte y refinado del petróleo. El «del pozo a la rueda» que habitualmente se deja olvidado.

La cuestión es que poco a poco, incluso sin este factor, la producción de coches eléctricos se está convirtiendo en más y más sostenible. Todo gracias a la expansión de las fuentes de energía renovables, que alimentan a las fábricas de coches y baterías en unas cuotas cada vez más elevadas, hasta el uso de componentes más abundantes y cercanos, como las baterías sin cobalto, las baterías de sodio, e incluso el uso de materiales reciclados tanto para baterías como para dar forma a los propios coches.

Un ejemplo de todo esto es el que acaba de proporcionar el fabricante americano Fisker. Una marca que quiere abanderar la palabra sostenibilidad de cara a la producción de sus coches eléctricos desde el minuto cero, y ahora lo corrobora con la publicación de una evaluación del ciclo de vida.

El Análisis del Ciclo de Vida (LCA) representa la huella de carbono del su primer modelo, el Ocean, que según el fabricante. «Los resultados son claros: el CO2 ahorrado al elegir un Fisker Ocean en comparación con el vehículo de gasolina promedio es equivalente al secuestro de CO2 de 39 hectáreas de bosques«.

Según Henrik Fisker, presidente y fundador de Fisker: “Desde que se fundó Fisker, construir los coches eléctricos más sostenibles no ha sido solo un eslogan de marketing, ha sido una parte central de nuestra cultura corporativa. Eso significa que estamos cambiando la mentalidad anticuada de una industria de 100 años, cuestionando el meollo de la cadena de suministro, colaborando con socios para mejorar la forma en que se ensamblan los vehículos y la energía con la que se cargan, y en la manera en que nuestros vehículos se reciclan después de que terminan su via útil. Nuestra evaluación del ciclo de vida confirma que la neutralidad de carbono era una prioridad mucho antes de que empezáramos a fabricar vehículos”.

Fisker hace hincapié en minimizar el uso de nuevos materiales, entregar los vehículos con la mayor eficiencia energética posible, examinar cómo garantizar que la cantidad mínima de material termine en los vertederos al final de su vida útil, y los métodos para la reutilización y el reciclaje completos de los vehículos y de baterías. 

Un enfoque que busca dar forma a una economía circular, que también incluye priorizar el retorno de los materiales de las baterías a la adquisición corriente arriba para volver a dar forma a nuevos packs.

Algo que nos indica que a la pregunta de si la producción de coches eléctricos emite más que los diésel y gasolina, la respuesta no es un sí o un no rotundo, ya que dependerá de la estrategia de cada fabricante, además del lugar donde se fabrique el vehículo, e incluso los materiales que den forma a sus baterías y qué se haga con la misma una vez terminada su vida útil.

Pero la conclusión es que con un enfoque adecuado, como el que ha decidido tomar Fisker, la sostenibilidad de los coches eléctricos puede ser incluso mucho más, lo que permitirá reducir el impacto de la industria y mejorar también la percepción del gran público de cara a esta tecnología.

Fuente | Fisker

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