
Europa se queja de las subvenciones a los coches eléctricos chinos, pero gasta 42.000 millones de euros al año para coches de combustión
Los aranceles a los coches eléctricos chinos se establecieron en Europa al considerar competencia desleal las enormes subvenciones del gobierno del gigante asiático. Sin embargo, aquí en nuestra región nos encontramos con una contradicción de lo más curiosa.

Cuando la Comisión Europea introdujo unos aranceles adicionales de hasta el 38% a la importación de coches eléctricos desde China hace un año y medio, una de las principales razones que se argumentaban tenían que ver con las subvenciones que el gobierno chino daba a sus fabricantes para abaratar sus precios. Algo que aquí se consideraba una competencia desleal.
Sin embargo, si tomamos como referencia uno de los últimos informes realizados por la organización Transport&Environment (T&E), vemos una contradicción curiosa en la forma de tratar a una y otra tecnología. Y es que, en pleno auge del coche eléctrico y en plena misiva por electrificar el parque automovilístico europeo, los países de la región siguen ofreciendo importantes incentivos a los vehículos de combustión.
Desde la UE se empuja a los fabricantes a que, en 2035, transformen sus gamas en 100% eléctricas, aunque el anuncio que realicen el próximo 16 de diciembre puede cambiar las cosas. Se está empujando a la sociedad hacia una transición acelerada hacia el vehículo eléctrico en apenas una década, cuando estos representan actualmente el 16% de las ventas totales, aproximadamente, pero todavía los contribuyentes europeos seguimos pagando una millonada en subsidios a los combustibles fósiles.
T&E afina el tiro: según la organización, solo en los cinco países más grandes de la Unión Europea las subvenciones para vehículos de empresa con motor de gasolina y diésel tienen un coste anual de 42.000 millones de euros. Y aunque la Comisión se había comprometido a eliminar gradualmente estos subsidios, en este 2025 no se ha producido ningún avance en la materia.

Son cuatro las ventajas fiscales principales que, tradicionalmente, se otorgan a los coches de empresa: prestaciones en especie (pagos que una empresa realiza de forma no monetaria, y sí en forma de bienes y servicios), amortizaciones, deducciones del IVA y tarjetas de carburante. Unas ventajas que, como sabemos todos, no se aplican de forma generalizada a los propietarios particulares que adquieren un vehículo.
El problema no sería tan grave si no fuese que los vehículos de empresa representaron, en 2024, el 60% de todas las matriculaciones de coches nuevos en Europa. No en todos los países se está produciendo esta paradoja contradictoria: Italia, Alemania, Francia y Polonia son los países que, según T&E, subvencionan más los vehículos de empresa con motores contaminantes (16.000 millones de euros en el caso de los italianos o 13.700 euros en el caso de los alemanes).
¿Y España? Pues bien, aunque figure en el mapa del informe, no está entre las que más subvenciona este tipo de vehículos, al menos no al nivel de los líderes del ranking. En nuestro caso, las ventajas fiscales para los coches de empresa son similares a los vehículos privados, «principalmente debido a una tasa de retribución en especie especialmente alta». Dado que los incentivos son mínimos para que las empresas compren coches eléctricos, la adopción en este sentido está siendo muy lenta: apenas un 3,7% son eléctricos.

Nuestro caso contrasta con otro totalmente opuesto: Bélgica o Reino Unido sí que han metido mano en la materia. Los británicos imponen fuertes penalizaciones a la compra de coches de empresa con motor térmico mediante una elevada tasa de retribución en especie, sumado a incentivos en la otra dirección, con impuestos más bajos para los conductores de coches eléctricos. El gobierno británico desincentiva la compra de coches de empresa diésel o gasolina, lo que ha repercutido en que los coches eléctricos de empresa representasen ya el año pasado el 21,5%.
Y un último dato preocupante: de los 42.000 millones de euros de los que hablábamos antes, 15.000 millones van destinados a «subvencionar SUV». Según T&E, en comparador con un comprador particular, estos coches pagan hasta 8.900 euros menos en impuestos cada año por conducir un SUV con motor térmico.
«Los contribuyentes pagan miles de millones cada año en beneficios fiscales para que los conductores de vehículos de empresa puedan conducir coches de gasolina contaminantes. Muchos de ellos son SUV caros, de alta gama y altamente contaminantes. Los enormes beneficios fiscales que aún reciben en Europa los conductores adinerados de vehículos de empresa de gasolina entran en conflicto con este objetivo», remata Stef Cornelis, director del programa de flotas eléctricas de T&E.


