
El mundo acelera hacia el coche eléctrico y España se está quedando atrás
Los países en desarrollo están adoptando el coche eléctrico más rápido que muchas economías avanzadas. Ventas récord, precios en caída y ahorro en importaciones de petróleo impulsan una transición que dejará atrás a quienes, como España, aún dudan en electrificar su transporte.

Durante años, los defensores del petróleo se han aferrado a una idea reconfortante: que mientras Europa o algunas partes de Estados Unidos se obsesionan con los coches eléctricos, miles de millones de conductores en el sur global seguirán impulsando la demanda de combustibles fósiles. Sin embargo, las cifras de ventas actuales demuestran lo contrario.
Según datos de Bloomberg, lejos de ir a la zaga, los países en desarrollo están adoptando el coche eléctrico a un ritmo que supera incluso al de muchas economías avanzadas. China, que no se puede catalogar como economía en desarrollo, pero donde la renta per cápita es todavía inferior a los "países ricos" acapara titulares gracias a que los coches eléctricos e híbridos enchufables representan casi la mitad de su mercado.
Otros, como Vietnam, se acerca con fuerza: el fabricante local VinFast logró más de un tercio de las ventas en la primera mitad del año. Turquía alcanzó un 13% de cuota en el primer trimestre, el doble que España o Australia. Indonesia iguala a Estados Unidos con un 7,4% y Malasia llega al 8,6%.

En naciones sin industria automovilística propia, la transición es aún más veloz. En 2024, más del 75% de los vehículos importados por Nepal, Sri Lanka y Yibuti fueron eléctricos. Etiopía y Laos registraron cuotas del 40% y 30% respectivamente. En conjunto, las ventas de coches enchufables en los países en desarrollo crecieron un 60% el año pasado.
La OPEP sigue previendo un aumento del 50% en el consumo de petróleo de estos mercados para 2050, pero la realidad empieza a desmontar esas previsiones. Incluso si las ayudas fiscales y arancelarias que hoy impulsan las ventas se reducen, la caída de los precios de las baterías y el aumento de la producción mantendrán la competitividad frente a los modelos de combustión.

En algunos casos, los coches eléctricos ya son más baratos que los convencionales, como sucede en Tailandia. Desde 2024, los líderes del mercado en China han reducido precios un 10%, y la depreciación del dólar ha mejorado la capacidad de compra en muchas economías emergentes. A esto se suman menores costes de uso, cruciales en países donde buena parte de los vehículos sirven como taxis o transporte de mercancías.
Más allá del transporte, hay un incentivo macroeconómico poderoso. En India y Pakistán, el petróleo y el gas representan cerca de un tercio de las importaciones totales, frente al 10% en Estados Unidos o la Unión Europea. Reducir a la mitad la flota de combustión en India podría eliminar su déficit crónico por cuenta corriente, según un estudio de 2022.

Aunque los coches de combustión seguirán circulando varios años después de dejar de venderse, BloombergNEF estima que en 2030 los eléctricos desplazarán 5,3 millones de barriles de petróleo diarios, un 10% del consumo global actual de combustibles de carretera.
Paradójicamente, la mayor resistencia a la electrificación no proviene de los países en desarrollo, sino de algunas economías ricas que han ralentizado sus planes con trabas arancelarias, infraestructuras de recarga insuficientes y regulaciones más laxas en eficiencia. Esto ha dado a fabricantes emergentes la oportunidad de liderar la nueva era del transporte, mientras otros se aferran a negocios cada vez más obsoletos.
El cambio ya está en marcha. La mayoría del mundo se está beneficiando de un transporte más limpio y barato. Mercados donde la decisión de sus políticas han impulsado la transición hacia formas más limpias y económicas de mover gente y mercancías, mientras en lugares con enorme potencial industrial y de renovables como España, seguimos con el freno de mano puesto.