
Países Bajos recula y Nexperia volverá a manos chinas para evitar una crisis de chips
Los Países Bajos se preparan para recular en su decisión de intervenir el fabricante chino de chips Nexperia si China reanuda el envío de semiconductores. El gesto busca rebajar la tensión que ha puesto en duda la producción europea de automóviles a muy corto plazo.

Los Países Bajos están listos para revertir su torpe decisión de lanzar un pulso a China, impulsados por Estados Unidos, por el control de la fabricante de chips Nexperia.
Según informa Bloomberg, desde el ejecutivo holandés se ha indicado que todo está listo para volver a la situación anterior siempre y cuando se reanude el suministro de semiconductores desde el gigante asiático. Este movimiento busca rebajar una tensión que amenaza con paralizar la producción de coches en Europa.
Según fuentes cercanas al asunto, el Gobierno neerlandés estaría dispuesto a suspender la orden ministerial que le otorga el poder de bloquear o modificar decisiones clave dentro de Nexperia. Esa medida, impuesta en septiembre, permitió al Ejecutivo intervenir temporalmente la compañía ante la sospecha de que su matriz china, Wingtech Technology, estaba frenando el funcionamiento del fabricante con sede en Nimega.

Si los envíos de chips se reanudan y se verifican en los próximos días, el ejecutivo podría levantar la intervención la semana que viene. Además, sería necesario resolver algunos asuntos financieros pendientes entre Nexperia y sus filiales en China.
En una señal de distensión, el Ministerio de Asuntos Económicos neerlandés aseguró el jueves que espera que la unidad china de Nexperia reactive sus exportaciones en los próximos días. El ministro Vincent Karremans declaró que “dadas las conversaciones constructivas mantenidas con las autoridades chinas, confiamos en que el suministro de chips desde China hacia Europa y el resto del mundo vuelva a llegar a los clientes de Nexperia en breve”.
Una disputa que amenazaba la industria automovilística europea

El conflicto entre Nexperia y su matriz no es nuevo. En septiembre, el Gobierno neerlandés asumió poderes de veto sobre la empresa, alegando un uso indebido de recursos financieros por parte del fundador de Wingtech, Zhang Xuezheng, que supuestamente habría desviado fondos para beneficio personal y de otras compañías suyas en China.
Wingtech negó rotundamente esas acusaciones y exigió que Zhang fuese restituido como director ejecutivo tras su suspensión dictada por un tribunal de Ámsterdam el 7 de octubre. La intervención del Gobierno otorgó al Estado el derecho de bloquear despidos, traslados de producción o cualquier cambio estratégico en Nexperia durante un año.
Como era de esperar, Pekín respondió imponiendo restricciones a la exportación de los productos de la compañía, lo que desencadenó un grave problema de suministro. Nexperia, proveedor de chips de control de potencia utilizados por fabricantes como BMW y Volkswagen, advirtió el 29 de octubre que se veía obligada a suspender los envíos directos de obleas a su planta de ensamblaje en China, responsable de cerca de la mitad de su producción previa a la crisis.

El parón generó alarma en la industria. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles alertó de que la falta de chips de Nexperia podría obligar a detener líneas de montaje en cuestión de días. Algunos constructores ya estaban preparando paradas ante el agotamiento de las reservas, mientras que otros intentaban reorganizar su producción para evitar cierres temporales.
Los semiconductores afectados no son los chips más avanzados, sino componentes básicos y baratos, pero absolutamente indispensables para los sistemas de control de los coches eléctricos y de combustión. La interrupción del suministro ha vuelto a poner de relieve la fragilidad de la cadena de producción europea y la enorme dependencia tecnológica de Asia.
El desenlace de las próximas semanas será clave. Si el suministro se restablece, Europa podrá respirar tranquila por ahora. Pero este episodio ha servido como recordatorio de que la soberanía industrial del continente, especialmente en sectores tan estratégicos como la automoción y la electrónica, sigue dependiendo en gran medida de decisiones tomadas a miles de kilómetros de Bruselas.
Pero también las decisiones que se toman para frenarlo, muchas veces se toman a miles de kilómetros pero en la otra dirección.


