Aunque parezca mentira, hasta el momento el grupo franco/japonés Renault-Nissan habían contado con departamentos separados en el segmento de los coches eléctricos. Una forma de probar diferentes soluciones, pero una estrategia que tiene las horas contadas.
Pero a partir de 1 de abril, los caminos de cuatro de los áreas claves se encontrarán. Gestión de ingeniería, fabricación y suministro de componentes, adquisiciones y recursos humanos. Una forma de sumar fuerzas y encontrar permitirá aumentar a velocidad del desarrollo de nuevas soluciones y a unas sinergias que sumarán más de 4.300 millones de euros cada año para el 2016.
Pero ¿qué supone este movimiento? En la práctica ambos fabricantes compartirán componentes, principalmente en el sistema de propulsión. Partes como cargadores, controladores, pero también baterías. La principal y más inmediata consecuencia es que el grupo podrá acceder a un nuevo nivel de economía de escala, al compartir las compras de componentes. Esto supondrá según el presidente del grupo, Carlos Ghosn, menores costes de fabricación.
Una decisión estratégica y muy lógica, una vez que en el caso del Nissan LEAF, este ya ha alcanzado los tres años en el mercado, durante los cuales ha superado las 100.000 unidades vendidas a lo largo de todo el planeta.
Está por ver si este acuerdo supone la adopción del mismo sistema de batería para ambas marcas. Pero también si se extiende esta ampliación de horizontes al plano comercial, y se logre de esa manera que Renault ponga a la venta sus modelos con la batería también en propiedad.
En el plano general, es de esperar que una mejor economía de escala además de mejores costes para el fabricante, suponga también mejores precios para el consumidor. Uno de los elementos claves para el desarrollo de una tecnología que necesita progresar a nivel técnico, pero también a nivel monetario.
Fuente | Nissan